Fotocopia de 'todo a 100'
Las estrategias de la repetición nos llevan a un reencuentro periódico con nuestros propios fantasmas cinematográficos. Cuando el cine de terror oriental, que vivió su eclosión en el primer lustro del siglo XXI, hace tiempo que agotó su fórmula narrativa de estilización secuencial, acompañada de una iconografía en la que predominaban los niños ojerosos, las cabelleras rijosas y los huesos crujientes, en Hollywood parecen no haberse enterado aún. Y ahí andan, de remake en remake, de secuela en secuela. Mientras, las distribuidoras españolas ni siquiera saben cómo titular estas nuevas versiones de cintas orientales. Así, hace unas semanas se estrenó como The eye (Visiones) lo que no era más que el remake americano de la película hongkonesa de 2002. Y esta semana nos llega Llamada perdida (a secas), remake de la cinta japonesa de 2003, dirigida por Takashi Miike.
LLAMADA PERDIDA
Dirección: Eric Valette.
Intérpretes: Shannyn Sossamon, Edward Burns, Ana Claudia Talancón.
Género: terror. EE UU, 2008.
Duración: 87 minutos.
En la era del reciclaje, la endogamia y la globalidad, el calco podría ser uno de los paradigmas de actuación, pero incluso para fotocopiar hay que ser avispado. Sin embargo, el director francés exportado a California Eric Valette demuestra en Llamada perdida una nula capacidad incluso para copiar. Tratándose básicamente de la misma película, nutriéndose de semejantes acontecimientos, la nueva versión es un borroso remedo sin tensión ni escalofrío, en el que lo único novedoso es la mortífera melodía del móvil. Como ya le ocurría al filme original, a partir del minuto 50 parece que la historia esté a punto de culminar con cada secuencia, lo que lleva a un tedioso ejercicio de estiramiento argumental alejado de la lógica narrativa. Todo ello con una paupérrima capacidad visual, más propia de una comedia paródica que de un producto de terror.
Desde que Gore Verbinski iniciara en 2002 las versiones de cintas de terror asiático con The Ring, se han sucedido La maldición (y su secuela), Dark Water, Pulse, The eye y Llamada perdida. Pero, incluso en materia de fotocopias, se ha ido perdiendo calidad hasta llegar a esta especie de "todo a 100" que son The eye (Visiones) y Llamada perdida. De modo que para lo único que parecen servir estos ejercicios comerciales es para dar oportunidades a directores extranjeros presuntamente poderosos (Valette, David Moreau, Xavier Palud), para fichar o reciclar a los autores de las obras originales (Takashi Shimizu y los hermanos Pang), para que ciertas actrices hagan sus pinitos en una cinta americana (da pena ver a la candidata al Oscar Catalina Sandino Moreno en un papelucho como éste), y para que Edward Burns acabe de emborronar su imagen de autor serio con su participación en productos como Llamada perdida y 27 vestidos.
Babelia
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