El lago maldito pide protección
Maside quiere salvar las minas romanas y un humedal dañados desde los 60
No hay quien no se sepa la leyenda en Maside, y es inevitable que salte a la conversación cuando el foráneo llega y pregunta en la calle por el paraje más preciado. "Pues aquí, en el fondo del lago, se dice que hay toda una aldea ahogada". Porque por aquí pasaron de extranjis, "cuando iban hacia Belén", la Virgen y San José, y le pidieron pan a unas señoras que lo estaban cociendo. "Y como eran muy ruines, les amasaron una bollita de salvado, negra negra", pero luego decidieron no dársela porque les parecía que era demasiado grande para aquellos dos pobretes.
La Sagrada Familia, se puede decir así porque María ya estaba a punto de parir, siguió su camino, y en lo alto de una de las lomas de formas raras que hoy rodean el estanque, que no son otra cosa que médulas de la época romana, "se toparon con una rapariga que cuidaba las ovejas y llevaba con ella una perra". Le pidieron "un cachiño" del bollo que estaba comiendo y la niña, que también era de la aldea, se lo quiso dar todo. Pero la Virgen le dijo que se lo quedara, que sólo quería saber si estaba dispuesta a dárselo, y con la misma se giró hacia las casas, levantó los brazos y profirió una maldición: "Aldea, asulágote de arriba para abaixo. Que quede esta rapaciña coa súa cadeliña". Y el pueblo se hundió bajo una tromba de agua caída de no se sabe dónde.
Puzo do Lago fue vertedero municipal y circuito de motocross
El campo de golf organiza para mayo viajes desde Londres, Zurich y Oporto
Todos los años, por San Xoán, a las doce del mediodía, hay en Maside quienes mantienen que todavía se escuchan las campanas y el cantar de los gallos en el fondo del Puzo do Lago, un humedal que se formó sobre una tierra horadada, según las técnicas habituales de la minería romana, que hace dos mil años era rica en oro. En total, son cuatro hectáreas de terreno de titularidad pública, rodeadas de otras muchas de pastos, pinares y carballeiras, que pertenecen a los vecinos. La semana pasada, el alcalde de Maside, el socialista Celso Fernández, recibió el proyecto definitivo que presentará a la Xunta para convertir la parte pública en Espacio Natural de Interés Local. Y "el miércoles, después del puente", ha convocado el pleno municipal para aprobarlo.
Entonces, el Puzo (con su arqueología, sus sapos, sus ranas, sus cobras, sus zorros, sus tejones, sus patos, sus lechuzas, sus martines pescadores y sus garzas), viajará en una carpeta a Santiago. Y se da por hecho que la consellería de Medio Ambiente no va a poner pegas: hay muchas cosas que acercan al regidor de Maside y al conselleiro Manuel Vázquez, antes alcalde del municipio vecino de O Carballiño.
Será la forma de acoger a sagrado un espacio que, tras los romanos y otra explotación minera del XIX, bajo el peso de su maldición sufrió desde los 60 todo tipo de vejaciones. Hasta los 70 se extrajeron grandes cantidades de jabre para construir carreteras. Luego fue vertedero municipal. Y pasado el tiempo se convirtió en escenario de rugientes competiciones de motocross que provocaron otras tantas, sonoras, protestas ecologistas.
Los penúltimos en llegar, recuerda el alcalde, fueron los jinetes. Desde hace 20 años, hay competiciones y se celebra la Festa do Cabalo. Algo que, con la protección de la Xunta, se va a seguir festejando, "igual que pasa en Doñana con el Rocío, sin que se considere una agresión al medio". Y la última alarma en Puzo do Lago, hace un lustro, llegó de la mano del ocio de los 18 hoyos, en este caso nueve: el campo de golf de Maside que montaron cinco empresarios de este municipio y de O Carballiño para "darle vida a la zona".
Con licencia del anterior gobierno local del PP, empezaron a construir el recinto. Después, Patrimonio, considerando que el campo afectaba al área de las médulas, les obligó a retranquear el cierre 50 metros, con lo que perdieron una hectárea. Pero la Xunta, más tarde, pidió al Contencioso-administrativo de Ourense que invalidase la licencia, alegando que el Ayuntamiento, al darla, no había solicitado a San Caetano un informe previo. El juzgado ordenó al concejo revisar el permiso, una decisión que fue contestada por los propios empresarios, que recurrieron al Tribunal Superior de Xustiza. Mientras aguardan la respuesta, que se puede dilatar otros cinco años, con el visto bueno tácito del Ayuntamiento (se pidió licencia de apertura y hubo silencio administrativo), en el campo do Puzo ya se juega, se dan cursos y se organizan para mayo, por 350 euros, viajes desde Londres, Oporto, Zurich, Madrid y Barcelona. A los turistas, al llegar, alguien les contará la leyenda de la maldición.
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