Absoluta contemporaneidad
Al margen del interés que Man Ray, Francis Picabia o Marcel Duchamp, reunidos en la Tate Modern, puedan tener individualmente, lo que interesa aquí es el subtítulo de la exposición: El momento en que el arte cambió para siempre. En efecto, la prodigiosa década de la primera gran guerra supuso un cambio radical de lo que hasta entonces se había entendido como obra de arte y práctica artística, aunque estos cambios no se reflejarían de manera clara y fueran percibidos por el gran público hasta muchos años después. Justamente tras la segunda gran guerra y de la mano de una nueva generación de artistas surgidos en Estados Unidos, el país que la había ganado para convertirse en la nueva superpotencia mundial.
De los tres artistas, vistas sus trayectorias con la perspectiva que casi nos da un siglo después de ese "momento" decisivo para el arte, sin duda Duchamp se nos antoja hoy el más complejo de todos ellos. El gran visionario cuya influencia se ha dejado ver más, se ha sentido de manera seminal en el arte de la segunda mitad del siglo XX y que hoy interesa más a generaciones de jóvenes artistas, que, sin saberlo o no, siguen la estela marcada por Duchamp. Con él, la obra de arte dejó de ser un "producto" para ser un "proceso", en el que el espectador se convertía en coautor de la obra con el propio artista. En sus readymades, creados entre 1915 y 1923, Duchamp utiliza objetos prefabricados, ensamblajes, imágenes alteradas e instalaciones intentando crear una nueva categoría de arte para provocar al espectador a participar en la obra y reflexionar sobre ella. Para Duchamp el arte sucede en el punto de encuentro entre la idea del artista y la respuesta del espectador. En 1917 presenta su readymade más conocido, La Fuente. Escribió sobre esta obra: "Si el señor Mutt hizo o no con sus manos la fuente no tiene importancia. Él la eligió. Él tomó un objeto ordinario y lo situó de tal manera que su significado cotidiano desaparece bajo un nuevo nombre y un nuevo punto de vista, creando un nuevo significado para este objeto".
Lo que hace a Duchamp irresistible para las nuevas generaciones de artistas, como lo fue para Andy Warhol, otro visionario de la contemporaneidad, es esa especie de transformismo que hace al artista travestirse en obra de arte y al espectador ser protagonista de esa transformación.
José Guirao Cabrera es director de La Casa Encendida de Madrid.
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