"Nunca he visto algo así"
Hacía décadas que no se registraban en la capital guipuzcoana tantos daños por la fuerza del mar
Aurelio Ambrinos, de 74 años, y su esposa, Antxoni Gallego, de 72, se llevaron ayer un buen susto. Viven en uno de los bajos del número 6 de la calle Soraluze, perpendicular al Paseo de Salamanca, y se despertaron poco antes de las 7.00 con el agua por los talones. Intentaron abrir la puerta de entrada, una puerta blindada encajada entre las viejas y fuertes piedras del inmueble, pero no pudieron. Afortunadamente se retiraron de detrás de ella. Porque un rato después, el agua se abrió paso en el portal, arrancó de cuajo la puerta y avanzó sin piedad por la casa.
"Llevo toda la vida viviendo aquí y nunca he visto algo así. Han saltado tres olas seguidas y han reventado en el suelo", aseguraba ayer Aurelio, mientras le explicaba a un vecino cómo la fuerza con la que entró el agua del mar desplazó por el pasillo el mueble de la entrada y un radiador, entre otro mobiliario.
"Jamás había entrado agua a esta casa por un temporal"
Se lo explica a oscuras, porque el siniestro les ha dejado sin luz y sin teléfono. Y se felicita por haber tenido la ocurrencia de abrir la puerta del patio interior, por donde se desaguó parte del líquido llegado del mar.
"Mi madre está desolada. Habían hecho reformas hace poco y ahora el suelo está mojado, los muebles amontonados", se lamenta Arantxa, hija del matrimonio. El único consuelo es que sus padres no han sufrido daños personales.
Arantxa, como su padre, no recuerda algo similar. "Temporales fuertes ha habido toda la vida, pero jamás había entrado agua en esta casa. Quizá los coches apilados han hecho tapón". De hecho, en el Centro Meteorológico Territorial sólo tienen registrados dos precedentes en los que también se adentró tanto el agua, uno en 1931 y otro a mediados de los años cincuenta. "En la memoria de algunos, estamos ante uno de los temporales que mayor daño ha hecho en nuestra ciudad", admitió el concejal de Movilidad, Ernesto Gasco. Un daño acrecentado, según indicó el edil, porque la arena y la porquería que arrastró el agua del mar obturó algunos sumideros.
David Fialko sólo tiene 18 años, así que no participa mucho de esa memoria. Pero a buen seguro que no olvidará el día de ayer. El oleaje acabó con el negocio de alquiler de motos y bicis que abrió hace un par de años en el Paseo de Salamanca. Cuando el mar golpeó contra su local, dentro había ocho motos y una docena de bicis. Cuando se acercó a comprobar los daños, convencido de que se iba a encontrar con algo "más leve", el desenlace no pudo ser peor. Las motos habían desaparecido. Las encontró en las calles adyacentes "destrozadas". Y las bicis lucían unas ruedas y manillares totalmente torcidos. Para colmo, no tiene el local asegurado y el seguro de las motos no le cubre la catástrofe. "A ver si el Ayuntamiento...".
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