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Las consecuencias del 9-M

El PNV exculpa a Ibarretxe de la derrota y mantiene su plan

El Gobierno vasco no se siente medido por el resultado

La "hoja de ruta" del lehendakari, incluidos sus plazos, se mantiene y las elecciones generales no eran para "ponerle nota a Ibarretxe" ni a su propuesta, dijo ayer la portavoz del Gobierno, Miren Azkarate, tras la reflexión sobre los resultados llevada a cabo ayer por el Ejecutivo tripartito de Juan José Ibarretxe. También el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, manifestó en sus primeras declaraciones tras el 9-M que el plan del lehendakari se mantiene. Tanto Urkullu, como la portavoz coincidieron asimismo en desvincular su proyectada consulta del mal resultado electoral que cosecharon el domingo, tanto los peneuvistas como sus dos socios, EA y Ezker Batua.

Ibarretxe habló ayer con por teléfono con Rodríguez Zapatero
La dirección del PNV se esfuerza por dar una imagen de "unidad absoluta"

Para Urkullu, establecer esa relación resulta simplista. Para Azkarate, "las elecciones eran para el Congreso de Madrid, no para analizar ni valorar la gestión de este Gobierno". Las causas de los malos resultados pueden ser "muchas, complejas y difíciles de analizar", agregó.

Así, salvo de medie un improbable acuerdo de aquí a junio sobre el reconocimiento del derecho a decidir, el Parlamento decidirá entre dar a Ibarretxe autorización para celebrar la consulta popular el 25 de octubre o, si se la niega, abocarle a un adelanto electoral, tal y como dijo el año pasado al explicar su plan en el Parlamento.

Azkarate reconoció en nombre del Gobierno que los resultados "no han sido los esperados", pero el Ejecutivo no quiso darle un tratamiento especial a la comunicación de su análisis del retroceso experimentado por las tres fuerzas que lo integran con una comparecencia del propio lehendakari.

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Ibarretxe sí conversó ayer por teléfono con Rodríguez Zapatero, a quien ya llamó la misma noche electoral el líder del PNV, Iñigo Urkullu. "La agenda del lehendakari está abierta a un encuentro con él", dijo Azkarate.

Ese cierre de filas entre Gobierno y partido en torno a la propuesta de Ibarretxe no obsta para que en el PNV se insista y se subraye que la reflexión interna será "estructural", según anunció la noche electoral su presidente. Pero la proyección pública que de ella se haga será mínima y sumamente cuidadosa.

La gestión de los malos resultados reconocidos, y la de los próximos tres meses en relación con la hoja de ruta del lehendakari se hará en el PNV con pies de plomo para tratar de no poner en peligro el consenso alcanzado entre los dos sectores del partido en diciembre pasado y tampoco reabrir el pulso con Ibarretxe que concluyó con la marcha del anterior presidente, Josu Jon Imaz.

La dirección considera una prioridad transmitir una imagen de "unidad absoluta" en la línea estratégica. La premisa es evitar la culpabilización recíproca entre quienes piensan que ha sido la deriva radical de los últimos años la que ha conducido a este tercer aviso electoral y quienes, por el contrario, opinan que se ha debido a la ocultación durante la campaña de la apuesta de Ibarretxe, que habría privado al PNV de un perfil preciso.

Aún así, ni siquiera en las más altas instancias del partido se atreven a garantizar que las heridas no vuelvan a reabrirse llegado el momento de la verdad, el de tener que tomar decisiones en el proceso de diálogo que se establezca con el PSOE y Rodrígueza Zapatero.

El riesgo se extiende al entendimiento entre los tres partidos, dos de los cuales, EA y EB, no tendrán presencia directa en el Congreso.

La primera de esas decisiones, la posición del PNV en la investidura, es la más fácil de zanjar. Su postura será previsiblemente la abstención, justificada, además, en lo que ha sido la pauta histórica de comportamiento de ese partido, excepción hecha del apoyo prestado a José María Aznar en 1996.

Urkullu y Azkarate pusieron también el acento en que la prioridad es la apertura de un proceso de negociación con el PSOE y el presidente del Gobierno, aunque en este punto sí hubo una diferencia de matiz: mientras Urkullu eludió ponerle condiciones expresas, Azkarate reclamó explícitamente recuperar "lo hablado con ETA y Batasuna" durante el proceso de paz.

Urkullu eludió concretar tanto cuando se le preguntó, en una entrevista en Radio Euskadi, por el punto de partida en el que será su primer encuentro con Zapatero. Pero sí apuntó que deberá partir de la "constatación" de que las posibilidades del Estatuto de Gernika "están superadas".

Urkullu se esfuerza tras las elecciones en poner distancia, en primer lugar, respecto de la terminología: la expresión acuñada de hoja de ruta para el proyecto de Ibarretxe no le gusta, repite desde el domingo, porque evoca "realidades ajenas a Euskadi", el conflicto palestino-israelí.

La cuestión del liderazgo en la interlocución que se establezca -el partido o el lehendakari- plantea también un problema, pero Azkarate no lo vio como tal. No existe incompatiblidad, dijo. Y cuando hable el lehendakari "lo hará siempre en nombre del tripartito", que está, añadió, "totalmente unido" en torno al "compromiso" sellado en el acuerdo de coalición y al expuesto por Ibarretxe en septiembre pasado en el Parlamento.

Los matices, sin embargo, empiezan a aparecer. El portavoz de Ezker Batua, Mikel Arana, abogó ayer por una reflexión sobre toda la estrategia de su formación. "No habrá ningún elemento que no se ponga sobre la mesa", incluido el propio acuerdo de gobierno con el PNV y EA, precisó, para redefinir la estrategia de EB de cara a las próximas elecciones autonómicas.

El <i>lehendakari</i> Ibarretxe (a la izquierda) con el resto de la dirección del PNV, en la reunión mantenida el  lunes para analizar los resultados.
El lehendakari Ibarretxe (a la izquierda) con el resto de la dirección del PNV, en la reunión mantenida el lunes para analizar los resultados.SANTOS CIRILO

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