Sol de invierno
El eje de la política del Gobierno de Aguirre está en la privatización de los recursos públicos
Un tibio y esquivo sol de invierno juega con las nubes sobre la plaza del Dos de Mayo, oasis dominical y matutino de las terrazas pobladas por lectores de periódicos, reparto de cuadernillos y suplementos entre las parejas, un ojo en la letra impresa y el otro sobre los niños que se dispersan en las zonas de juegos, trepan, corren, se deslizan o pedalean bajo la supervisión impertérrita de los héroes Daoíz y Velarde, blanqueados y aseados en vísperas del bicentenario de su gesta, bajo el tejadillo del Arco de Monteleón, único vestigio del cuartel amotinado. Es día de cita electoral y el paisaje humano de la plaza ha cambiado con el flujo continuo de los vecinos que acuden a las urnas del colegio público Pi y Margall, antigua escuela modelo fundada en el último tercio del siglo XIX sobre los restos del convento de Maravillas. Una bandada de monjas enlutadas se encamina, en formación cerrada y a paso de marcha, a cumplir con sus devociones democráticas. Son las primeras pero no las únicas religiosas que han dejado sus claustros para asomarse hoy a este escenario histórico de algaradas, revueltas, movidas y tráficos clandestinos.
La vecina Esperanza Aguirre votará justo después de sus cofrades, movilizadas por sus jerarquías para defender el feudo madrileño de los populares de las asechanzas de laicos y radicales. A la salida la espera un grupo de padres y alumnos de otro colegio público, el Isabel la Católica de la cercana plaza de Barceló, con camisetas que rezan "Salvad el cole", un colegio que está a punto de perder su bullicioso patio amenazado por los ladrillos de una constructora en una operación inmobiliaria de envergadura. Si la maniobra se consuma, los niños tendrán que jugar extramuros, en la plaza colindante, plaza pública para los alumnos del colegio público, tutelados por el busto miope de Mesonero Romanos, emérito cronista de la Villa y Corte que reposa sobre un historiado pedestal que flanquean una garrida maja sedente y un niño escuálido y semidesnudo que se empina para rendirle tributo. En el otro lado se encuentra la barroquísima Fuente de la Fama coronada por un estilizado ángel trompetero que se eleva sobre delfines, conchas, hornacinas y floreros. La obra excelsa del arquitecto Pedro de Ribera, al que están dedicados los jardines, está cubierta estos días por una estructura de madera, para protegerla de las obras del viejo hospicio, luego Museo Municipal y ahora de la Historia, singular edificio cuya portada es todo un delirio churrigueresco compensado por la sobriedad de la elegante fachada, paradigma del mejor barroco madrileño que conjuga el equilibrio con el exceso, metáfora urbana de esta urbe de contrastes y paradojas.
Los parroquianos de las terrazas de la plaza del Dos de Mayo contemplan con curiosidad el desfile de esas vecinas y vecinos suyos con los que no suelen cruzarse por la calle. Una procesión de ancianos renqueantes pastoreados por sus familiares, por las buenas hermanas del asilo o por los serviciales acompañantes del servicio a domicilio del PP se van aproximando al templo laico donde se rinde culto a la voluntad popular. No pueden votar por Esperanza pero sí en su nombre y a los suyos. En la sede del Partido Popular del barrio de Salamanca, cuenta Rafael Fraguas en este periódico, dos jóvenes samaritanos afiliados se felicitan por el éxito de su iniciativa: "En las Hermanitas de los Pobres, menos uno (de los ancianos) que votó al PSOE, sin problema: todo muy bien". Aguirre sale reforzada en Madrid, Madrid es incuestionablemente de derechas, los diarios de mañana reflejarán los resultados de esta victoria pírrica que mantiene las puertas abiertas para que la presidenta madrileña prosiga su exitosa carrera política, quizás también para que su rival acérrimo y correligionario, el alcalde Ruiz-Gallardón, siga en la brecha luchando por la primogenitura partidaria.
Para introducir en los sobres correspondientes las sábanas de las candidaturas al Senado hay que hacer papiroflexia, las amables hermanas, los solícitos familiares y los voluntarios entusiastas ayudan a sus pupilos y les señalan las casillas a marcar para que mantengan en el poder a una presidenta que acaba de recortar los dineros para suplir bajas en las residencias de mayores, esos aparcamientos de ancianos, afectados ya por una escasez crónica de personal, esas residencias en las que se escatima en pañales y se ahorra en comidas. El eje de la política del Gobierno de Esperanza Aguirre está en la privatización de los recursos públicos, niños y ancianos privatizados y por fin rentables.
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