La desnuda
Faltan pocas horas para saber si la chica se quita el tanga. Todos hemos pasado en esta campaña por momentos de hastío y desapego con nuestros políticos, pero Eva Ros, una joven estudiante de Políticas, ha llegado más lejos: prometió a través de su blog (evasedesnuda.blogspot.com) que se iría quitando una prenda cada vez que Rajoy o Zapatero la indignasen por algo, añadiendo: "Y yo sí que cumplo mis promesas". A la hora de escribir esto, la rubia Eva está prácticamente en bolas y censurada por YouTube; una abrumadora mayoría de votantes blogueros la animan a alcanzar el parecido total con la primera Eva del paraíso antes de que le entrara, por morder la manzana, la vergüenza.
Ignoro si Zapatero decepcionó a la Eva actual en su entrevista del Telediario 2 el jueves, donde, sin el acoso del perro de presa de Rajoy (baba incluida), el presidente mostró todos sus encantos, esa mezcla de cordura y ternura que al principio nos parecía sólo blandura. Zapatero dejó un buen sabor de boca previo al gran apetito que esta vez nos dan las urnas, superando el efecto del último e ingenioso spot del PP con el castillo de naipes socialista que se viene abajo.
Acabada la entrevista con Milá, TVE-1 estrenaba La señora, que posiblemente será condenada por la caverna como una publicidad pro-socialista encubierta. Yo no detecté mensajes subliminales; sólo lo que se espera, también en prime-time, de una televisión pública, popular y progresista, tres pes en vez de dos. Producida por Diagonal TV, responsable de Amar en tiempos revueltos, La señora reproduce los patrones dramáticos y formales del estupendo culebrón de izquierdas, ahora con más medios, en la que un magnífico elenco de actores se reparte los papeles en buenos trajes de época: señoritos, proletarios, curas hipócritas, muchachas sensuales mal vistas. Dos Españas de los años veinte no tan alejadas de las de este comienzo del siglo XXI.
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