Recelos a una 'Ertzaintza europea'

Francia y España han dado un paso de gigante en materia de cooperación policial para perseguir a los terroristas de ETA. En las paredes del país vecino cuelgan ya miles de carteles de los etarras más buscados, incluido Txeroki, el supuesto jefe de los comandos.

Gane quien gane, la jubilación y la cuestión europea volverán a Madrid

La creación de un grupo permanente de investigación conjunto entre policías de ambos países es el último fruto de la cooperación francoespañola. "Francia y España, hoy, en lo que es la lucha contra ETA, somos un mismo país", acaba de declarar Joan Mesquida, director de la Policía y Guardia Civil. Pero el espaldarazo definitivo para borrar esa frontera está teñido de sangre. Llegó tras el asesinato a sangre fría de dos guardias civiles en Capbreton el 1 de diciembre de 2007. ¿Hará falta otra tragedia para que la presencia de la Ertzaintza en Europa deje de ser la aspiración imposible de Balza?

En pocos asuntos como en Interior el lema de los socialistas en esta campaña, No es lo mismo, parece tan real. El consejero de Interior, Javier Balza ha cambiado los malos humos que compartió durante la etapa de Mariano Rajoy como ministro del Interior (ambos son fumadores, el primero de habanos, el segundo de pitillos y tabaco en pipa) por el talante Zapatero. El "buen rollito" del que hablan en esta campaña el lehendakari y el candidato José Ramón Beloki.

Al poco de llegar los socialistas al Gobierno, con José Antonio Alonso aún como ministro del Interior, ambas administraciones cerraron la última ampliación de la policía vasca (500 agentes). El acuerdo de septiembre de 2004 fue ratificado por la Junta de Seguridad el 11 de noviembre de ese año. La Ertzaintza lograba al fin los 8.000 ertzainas, la cifra que Balza había calificado siempre como "óptima".

La coordinación policial, el análisis entre Ertzaintza, policía y Guardia Civil, la prospectiva sobre el terrorismo etarra sigue engrasada, una metodología de trabajo ya ensayada con éxito durante la última etapa del gobierno de Aznar. Todo iba como la seda, incluida la protección al 50% de los amenazados por ETA. Hasta que de nuevo tropezaron con Europa. Ni con Alonso, primero, ni en la etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba los responsables de la consejería de Interior han podido dar pasos en firme para que la Ertzaintza pueda estar en los grupos policiales conjuntos europeos contra el terrorismo.

"No podemos estar al margen del diseño de la política de seguridad en la UE", dijo Balza en el Parlamento vasco el 4 de octubre de 2001, carencia que calificó como "un elemento grave de regresión y distorsión política". El lamento del consejero de Interior de hace más de seis años sigue vigente.

A los ojos de Balza, sin esa participación directa en Europol y en los grupos policiales creados en el espacio Schengen y en el conjunto de la Unión Europea, la Ertzaintza es una especie de policía de barrio, una gran policía local. Un cuerpo integral en su concepción, pero demediado en la práctica, como el vizconde de la novela de Italo Calvino. Esta situación le ha llevado a afirmar que Euskadi es un "agujero" para la seguridad en red europea. Pero en el Ministerio del Interior creen que exagera.

"Nos hemos dedicado fundamentalmente a trabajar en lo que nos une. Tenemos algunas dificultades que seguimos tratando de resolver. Las resolveremos, no le quepa duda de que la resolveremos, porque la voluntad política es resolverlo". Este vago compromiso es lo único que públicamente ha logrado arrancar la consejería al actual ministro, Alfredo Pérez Rubalcaba. Lo dijo en la cumbre celebrada en Vitoria en junio pasado, tras la decisión de ETA de volver a matar.

Gane quien gane el 9-M, tampoco en este capítulo los nacionalistas irán con un folio en blanco a negociar a Madrid. La presencia de la Ertzaintza en la UE, el adelanto de la edad de jubilación para que los ertzainas puedan retirarse como el resto de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, otro de los puntos negros de la legislatura de Zapatero, estarán en el portafolios nacionalista.