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Reportaje:las colecciones de EL PAÍS

'Forgendros' al asalto

Mañana, gratis al comprar EL PAÍS, dos posavasos diseñados por Forges

En 1966 el dibujante Antonio Fraguas, Forges, ideó una suerte de objetos "imprescindiblemente inútiles" a los que denominó forgendros. Raras veces salieron del papel estas singulares invenciones del viñetista, pero llegado 2008, 42 años después de que apareciesen por primera vez en el diario Informaciones, EL PAÍS los pone al alcance de los lectores en forma de posavasos. Son 24 diseños sorprendentes: tornillos con mira telescópica; portátiles con gorra, especiales para raperos; zapatos de tacón para mujeres altas, pero estilosas... Mañana podrán conseguirse gratis, al comprar el diario, los dos primeros posavasos, y a partir del lunes 3 de marzo, cada día de lunes a sábado, un nuevo posavasos ilustrado con un forgendro diseñado por Forges por sólo 0,20 euros, al adquirir el periódico.

Para Forges (Madrid, 1942), "el humor es un sentimiento universal" y también "una forma de ver la vida". Tal vez por eso acaban de concederle la medalla de oro al Mérito en el Trabajo, por hacer reír con sus dibujos. Lo que mejor sabe hacer desde hace más de 30 años, perfilar con sus rotuladores una imagen crítica de la España que vivimos a través de sus personajes: las dos ancianitas, Blasa y Cosma; los Blasillos, los náufragos, Concha y Mariano, los funcionarios, becarios... etcétera. Y siempre con el mismo objetivo: "Hacer de este un mundo en el que quepan todas las sonrisas".

De su mesa, en el despacho donde trabaja, en la calle de Barquillo de Madrid, repleta de papeles, rotuladores y esbozos, han salido los 24 diseños forgéndricos que ilustran otros tantos posavasos. Frente a esa misma mesa Forges da vida cada día a sus viñetas y da rienda suelta a su imaginación de la que han salido las ideas más sorprendentes.

Aunque asegura que nunca llegó a construir ninguno de sus forgendros ("hubo un francés años más tarde que sí construyó algunos muy parecidos, pero por supuesto no me copió"), sí llevó a cabo algunos inventos inverosímiles: un aparato que estaba conectado a la televisión ("cuando no había mandos a distancia") y que podía encender, apagar y subir y bajar el volumen; una cerradura que se abría y cerraba con una palmada, "pero sólo funcionaba con las mías, mis hermanos se volvían locos intentándolo", dice muerto de risa y dando una palmada. Y su gran obra: "Un sistema para coger libros de la biblioteca que fabriqué con un amigo. Tardamos muchísimo. Eran una serie de cuerdas y puntas que te permitían coger el libro que querías sin levantarte. Cuando al fin lo teníamos acabado los ratones se comieron las cuerdas. Fuimos incapaces de volverlo a hacer". Un auténtico forgendro.

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