Los 'sietes' del Museo Balenciaga
Un rosario de irregularidades malogra el gran proyecto sobre la obra del modisto
El modisto Cristóbal Balenciaga (1895-1972) brilla en el firmamento de la alta costura. El fotógrafo británico Cecil Beaton (1904-1980) lo definió como el Picasso de la moda. Consciente de su relevancia, hace 20 años que el entonces alcalde de Getaria, Mariano Camio, del PNV, empezó a soñar con poner en pie el Museo Balenciaga en la localidad natal del diseñador español más universal. El proyecto aún no ha visto la luz y ha terminado por convertirse en una pesadilla para todos los involucrados, porque la gestión llevada a cabo por Camio está bajo la investigación de la fiscalía de San Sebastián. Está acusado de apropiación indebida de fondos, falsificación documental y administración desleal.
Las ilegalidades cometidas están en manos de la fiscalía de San Sebastián
La gestión de la Fundación Balenciaga, constituida en 1999 y encargada de diseñar los contenidos del museo, y de la sociedad pública Berroeta Aldamar, creada en 2005 y responsable de la construcción del edificio, está bajo investigación tras mediar una denuncia de sus máximos responsables contra Camio, vicepresidente y gerente, respectivamente, de estas entidades. Dimitió de sus cargos hace un año al saltar a la luz pública las irregularidades, en mitad de una guerra interna en su partido que aventó otros escándalos locales.
De la proyección internacional que alcanzó la iniciativa del museo da idea el hecho de que los Reyes sean los patronos de honor de la Fundación Balenciaga. La presidencia la ocupa el discípulo de Balenciaga Hubert de Givenchy. Y a su patronato se sientan también la reina Fabiola, bajo cuya protección dio el modisto sus primeros pasos, Óscar de la Renta, Paco Rabanne y Ungaro, entre otras personalidades. Los patronos institucionales son el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Getaria, pero es el primero el que ha financiado la fundación con, hasta ahora, cuatro millones de euros.
Las irregularidades detectadas llevaron al Ministerio de Cultura, a finales de diciembre, a bloquear la subvención de 1,4 millones para 2007 hasta que la investigación de la fiscalía arroje luz. El pasado jueves, cinco patronos individuales presentaron su dimisión para dejar libertad al ministerio como financiador de la fundación, para que reconduzca el proyecto y recomponga la misma. Ésta está en espera de que se constituya un nuevo patronato, en el que se quiere incluir a las instituciones vascas.
La sociedad Berroeta Aldamar -constituida por el Gobierno vasco, la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de Getaria- partió de un presupuesto de seis millones para la construcción del museo, que ha saltado a 21. Camio está acusado de haber dado el proyecto arquitectónico a un amigo personal, Julián Argilagos, un cubano que nunca acreditó su titulación ni la homologó en España. El museo se empezó a construir sin proyecto básico y para ampliar su planta se cambiaron las normas subsidiarias locales. En estos momentos las obras están paralizadas a falta de los trabajos de interiorismo, para los que se ha convocado un concurso público. Sobre Camio pesa la imputación de haber realizado un "sobrepago" de más de 400.000 euros a Argilagos, a quien ya se le ha rescindido el contrato.
Para colmo, la semana pasada se supo que en los fondos de la fundación faltan prendas -guantes, medias, pañuelos y láminas de diseño con 139 dibujos del modisto-, en su mayoría cesiones del Gobierno vasco, al que la oposición acusa de no haber ejercido ningún control sobre el uso que Camio hacía del patrimonio público. Parte de esos objetos fueron regalados a esposas de concejales del PNV en la zona de Zarautz y Getaria.
Mientras el ministerio y las instituciones vascas intentan recomponer la situación, el conflicto político está servido en el Parlamento vasco desde hace tres meses: los mismos que la consejera de Cultura, Miren Azkarate, lleva negándose a entregar al PP, escudándose en la "discreción" que le habría pedido el fiscal, una auditoría externa que encargó sobre la gestión de Berroeta Aldamar. La consejera ha admitido que las cuentas de 2006 se aprobaron "con un montón de salvedades".
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