Los 'think-tanks' y los 'neocons' / 1
Centros de estudios, clubs de reflexión y análisis, laboratorios de ideas, fundaciones de investigación, institutos de evaluación y propuestas son algunas de las modalidades organizativas que engloba la nueva designación que Estados Unidos una vez más ha exportado e impuesto al resto del mundo. Su característica esencial es la voluntad, más o menos explícita, según los casos, pero siempre patente, de influir en la gestación de la doctrina política y de contribuir a la definición de los programas de los partidos. Más que un prurito de innovación y de originalidad lo que define a los think-tanks es su vocación de difusores, su condición de verdaderos revendedores de un saber no siempre fácilmente asequible para quienes detentan el poder y en cuanto tales son capaces de decidir lo que conviene hacer.
Cuando toman las riendas de la política exterior, los 'neocons' no hacen las cosas a medias: invaden y ocupan Irak
James McGann y Kent Weaver, presentadores de esta categoría y coordinadores de uno de los estudios más penetrantes sobre ella, Think-Tanks and Civil Societies, Catalysts for Action, Transaction Publishers 2000, subrayan la condición de investigación aplicada que tiene su actividad, que dividen en tres grandes grupos: de condición universitaria; respondiendo a demandas privadas, que podríamos por tanto llamar de mercado ; y los que contestan a peticiones de las instancias políticas. División que reenvía a su aparición e historia.
Ésta parece estar vinculada a las grandes mutaciones sociales y a las grandes crisis políticas. Según Stephen Boucher y Martine Royo -Les think- tanks, Le Félin 2006-, la Fabian Society, el primer think-tank del mundo, creado en Gran Bretaña en 1884, busca encuadrar la vastedad del cambio introducido por la revolución mediante un conjunto de propuestas de condición reformista pero transformadora.
La Fundación Carnegie aparece en Estados Unidos en 1910 con el propósito de promover una solución pacífica de los conflictos bélicos y contribuyó a la creación de la delegación norteamericana en la Conferencia para la Paz de 1921 en París de la que entre otras cosas surgió el Council for Foreign Relations, que se convirtió pronto en una de las primeras organizaciones norteamericanas de este tipo.
Pero fue sobre todo la Segunda Guerra Mundial la que operó el gran lanzamiento de estas nuevas agencias del saber socio-político, que coincidieron con el fin del aislacionismo norteamericano, y que desembocaron en la creación en 1946 de la Rand Corporation, el think-tank más importante del mundo, financiado en un primer momento con fondos directos de la US Airforce. Hoy trabajan en él más de 1.000 personas, su presupuesto operativo supera los 150 millones de dólares (unos 100 millones de euros) de fuentes tanto públicas como privadas.
Agencias militares, universitarias, industrias del armamento colaboran habitualmente en sus actividades pero la gran mayoría de sus contactos de trabajo los suscribe con agencias gubernamentales. La reacción a los choques petrolíferos de 1974 y 1979 suscita la aparición de numerosos think-tanks pero esta vez no sólo en Estados Unidos sino también en Europa, aunque la cuarta ola la produce la caída del Muro de Berlín y el fin de la guerra fría con las dos grandes transformaciones acontecidas en el mundo económico: la mundialización económica y la dominación del capitalismo financiero.
Los años noventa se caracterizan por la combatividad política de estas organizaciones de pensamiento, que lleva a la creación de un nuevo grupo: los Advocacy Tanks. Muchos de ellos de clara adscripción política neoconservadora y otros al servicio de intereses económicos concretos a los que la envoltura intelectual dota de una honorabilidad social de la que carece la simple búsqueda del beneficio.
Entre los primeros, el más destacado es, con mucha diferencia, el PNAC -Project for the New American Century- creado en Washington en 1992 por dos militantes neocons, Paul Wolfowitz y Lewis Libby, miembros del equipo de Dick Cheney que se posicionan en el Ministerio norteamericano de Defensa cuando éste asume la función de Ministro. A ellos se debe el documento en el que se presenta los supuestos y los objetivos de la nueva política exterior USA.
A la opción blanda y dubitativa de la Administración demócrata se opone un dominio norteamericano total; ataques preventivos unilaterales, aunque no estén autorizados por las Naciones Unidas, y los aliados tradicionales en Europa y Asia son considerados como rivales potenciales. Cuando George W. Bush gana las elecciones todo el grupo del PNAC toma las riendas de la política exterior y como los neocons no hacen las cosas a medias invaden y ocupan Irak y prosiguen en su beligerancia contra Irán, Siria y los otros Estados canallas.
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