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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El trastero de la Casa Blanca

Javier Ocaña

Entre solucionar un problema y erradicar un problema hay una gran diferencia. La que marca la eventual reaparición del conflicto, con la paradoja de que sea el propio remedio el que ocasione el consabido rebrote. Véase: la URSS invade Afganistán en diciembre de 1979; Estados Unidos decide intervenir a través de la CIA (es decir, extraoficialmente) y arma a un grupo de muyahidin que acaba expulsando a los soviéticos en 1989. ¿Problema solucionado o erradicado? En lo ocurrido una década después en el país asiático está la respuesta. Una respuesta tan paradójica, tragicómica y apasionante como La guerra de Charlie Wilson, basada en hechos reales y dedicada a explicar los extraños pasos del Congreso americano para remediar aquel conflicto.

LA GUERRA DE CHARLIE WILSON

Dirección: Mike Nichols.

Intérpretes: Tom Hanks, Julia Roberts, Philip Seymour Hoffman.

Género: tragicomedia política.

EE UU, 2007.

Duración: 97 minutos

A veces, la política tiene poco que ver con las altas instancias, con la elegancia de la diplomacia y con los discursos con fundamentos éticos. A veces, la alta política se convierte en baja política y la comandan personajes como el congresista Charlie Wilson. En principio, da pavor que el destino del mundo dependa de una cena en Tejas en casa de una millonaria ultracatólica que recoge fondos para causas tan lejanas como Afganistán, de una reunión en un jacuzzi de Las Vegas donde corren polvos de todo tipo, de un borracho agente de la CIA que lleva años aprendiendo finés para que sus jefes lo acaben mandando a Asia, y de un grupo de secretarias con más tetas que carretas. Aunque lo más aterrador es que estos marginales tengan más cabeza que las altas instancias. Y La guerra de Charlie Wilson lo cuenta con garra, acidez, mordacidad, desparpajo y cinismo.

Un nombre resulta clave a la hora de otorgar todo lo anterior a la película: Aaron Sorkin, creador de la obra maestra de la televisión El ala oeste de la Casa Blanca y guionista de la película, basada en un libro de George Crile. Sorkin aporta profundidad dramática, réplicas agudas y diálogos cargados de altura política, además de su ya característico walk & talk (conversaciones de pasillo mientras se anda). En cambio, Mike Nichols, especialista en humedad sentimental de interiores (¿Quién teme a Virginia Woolf?, El graduado, Conocimiento carnal, Closer), parece perdido en las secuencias de acción. Una lástima porque con la sabia decisión de incluir imágenes televisivas de la época no hacía falta nada más. De modo que no se entienden esos planos de los muyahidin disparando misiles; momentos de antología de la parodia que, sin embargo, no enturbian las excelencias del resto de la película.

Vídeo: ELPAIS.com
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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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