Brutal paliza a una adolescente en Ermua
Un hermano presenció cómo le vejaban y golpeaban durante dos horas
Todo sucedió ante la impotente mirada de su hermano menor. Y lo que empezó semanas atrás con una rivalidad entre cuadrillas terminó con una brutal agresión. El domingo 10 de febrero, N. S., de 15 años, fue atacada en Ermua (Vizcaya) por al menos una decena de jóvenes de su edad con todo tipo de objetos, incluyendo una moto. "Estaba allí, pero no pude hacer nada", explicó por teléfono su hermano, G., de 13 años, que tuvo que presenciar cómo los agresores la golpeaban y humillaban con todo tipo de objetos según explican varios testigos. "Le dijeron que si contaba algo le mataban", asegura uno de ellos.
La víctima estuvo hospitalizada diez días y tuvo que ser operada de un ojo
Le golpearon con barras de metal y una moto y le orinaron encima
Los padres de la joven eran ayer muy reticentes a hablar con los medios. "La Ertzaintza nos ha dicho que no digamos nada y todo es muy reciente", explicó ayer la madre a EL PAÍS por teléfono. También confirmó que su hija tendrá que seguir yendo al hospital Donostia en San Sebastián, en el que estuvo ingresada desde que sufrió la agresión hasta ayer. Según explicaron fuentes hospitalarias, como consecuencia de los golpes recibidos la chica tuvo que ser operada del ojo izquierdo, informa Mikel Ormázabal. La menor pasará revisiones periódicas en los servicios de cirugía maxilofacial y oftalmología. Al parecer, no tiene el globo ocular roto, pero no se sabe si habrá que volver a intervenirla.
La agresión fue una venganza por algo ocurrido semanas atrás, según relataron varias fuentes. N. S. iba, al igual que una de sus agresoras, a la ikastola Anaitasuna. Por su conflictividad, ambas fueron enviadas al Centro de Iniciación Profesional (CIP) de Mallabia para aprender un oficio.
Las rivalidades entre las cuadrillas a las que cada una de ellas pertenecen acabaron desembocando en una primera agresión en la cual los amigos de N. S. causaron serias lesiones a una joven de la pandilla contraria.
"Le abrieron la cabeza, tenía una brecha enorme", cuenta una de las alumnas de otro centro educativo situado a unos metros del Anaitasuna, el de Ongarai, en cuya pista exterior, abierta al público los domingos, ocurrió la venganza de la que fue víctima N. S.
En torno a las cinco de la tarde, una decena de personas -otros testigos aseguran que muchos más se fueron sumando al linchamiento- acorralaron a N. S. en un callejón cercano a la pista. La rodearon en círculo. La golpearon con barras de hierro, le orinaron encima, la golpearon con un zapato de tacón de aguja, con un casco y utilizaron una moto para agredirla. Todo esto durante varias horas, hasta pasadas las siete de la tarde. Cuando acabó el calvario, N. S. se fue por su propio pie a su casa.
Decenas de personas presenciaron la paliza en la pista donde suelen reunirse los jóvenes a pasar el domingo, lejos de sus padres. "No podíamos hacer nada, si me meto me zurran a mí también", contaba ayer uno de los pocos que estuvo allí y que admitió haber sido testigo de la agresión. "Y, además, nos pueden denunciar por omisión de auxilio", argumentó otro. Al menos un joven intentó detener los hechos, pero poco pudo hacer ante la turba enfurecida, que también se ensañó con él.
Según el Gobierno vasco, la agresora identificada, de 16 años, llegó al colegio hace dos años procedente de un piso de acogida, está sujeta a medicación y no suele seguir el tratamiento indicado. Tras lo ocurrido, ha sido expulsada del CIP, pero al no haber acabado la escolarización obligatoria, seguirá en el centro Anaitasuna.
Los vecinos y jóvenes de Ermua que conocen a la agredida explican que N. S. también es bastante problemática. El mismo Gobierno vasco recordó que está "diagnosticada como hiperactiva, y su relación con los demás alumnos es, frecuentemente, conflictiva".
Varios testigos aseguran que las vejaciones fueron grabadas por móviles. "Pero no creo que esto lo cuelguen en YouTube. Tengo amigos que estuvieron allí y saben muy bien que se pasaron, tienen miedo", cuenta un alumno de la ikastola Anaitasuna.
En las dos escuelas, nadie quería hacer declaraciones, pero en el Ongarai un cartel pedía "hacer una profunda reflexión como sociedad sobre las razones que pueden llevar a esto". Algo similar a lo dicho por el alcalde de Ermua, el socialista Carlos Totorika, que recordó que la justicia ha decretado el secreto del sumario y pidió que "se respete la intimidad de los implicados". "Es un hecho aislado que podría haber ocurrido en cualquier otro lugar", añadió.
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