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El nuevo país europeo

Kosovo aviva el ansia separatista de varios enclaves de la antigua URSS

Rusia apoya a Serbia y exige a la ONU que se respete la legalidad internacional

Pilar Bonet

Rusia denunció ayer la declaración de independencia de Kosovo, pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU -que terminó anoche sin alcanzar ningún acuerdo- y apoyó las "justas exigencias" de Serbia "para restaurar la integridad territorial del país". Esta posición del Ministerio de Exteriores fue avalada por el portavoz del Kremlin, Dmitri Pskov, que calificó la independencia como un "acto ilegítimo" que contradice la resolución 1.244 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el Acta de Helsinki y el Grupo de Contacto. Pskov añadió que Rusia no reconoce la competencia de la misión de la UE en la región.

La independencia de Kosovo es un tema delicado para el Kremlin, ya que desencadena una dinámica autónoma en los territorios no reconocidos que se autoproclamaron independientes a principios de los años noventa como resultado de la desintegración de la URSS (Osetia del Sur y Abjazia en Georgia y el Transdniéster en Moldavia, así como el Alto Karabaj, enclave de Azerbaiyán donde los azerbaiyanos fueron expulsados por los armenios en 1988).

Territorios como Abjazia y Osetia del Sur dicen tener más motivos que Pristina

Moscú no ha reconocido a ninguno de estos enclaves, pero ha sostenido económicamente a Abjazia, Osetia del Sur y el Transdniéster, donde ha repartido pasaportes rusos a decenas de miles de personas. Estos pasaportes podrían servir para legitimar una eventual intervención en defensa de los intereses de los ciudadanos rusos, si Moscú así lo deseara.

La retórica de Rusia ante los agujeros negros de la ex URSS ha variado y en ocasiones ha sido ambigua. El Kremlin no quiere complicarse la vida reconociendo su independencia, pero tampoco quiere propiciar una solución de los conflictos latentes que le prive de palancas de influencia en Georgia y en Moldavia. Por otra parte, la voluntad de Rusia de resolver esos conflictos en provecho de Moldavia o Georgia se ve sensiblemente mermada en vistas de la ampliación de la OTAN.

Pero para los separatistas pos-soviéticos, que defienden su independencia unilateral desde hace más de cinco lustros y que creen tener más motivos que Kosovo para ello, la declaración de Pristina es un precedente que no puede desperdiciarse, tanto si Moscú quiere acompañarles como si no. "Abjazia se dirigirá en breve al Parlamento de Rusia y al Consejo de Seguridad de la ONU para pedirles que reconozcan su independencia", declaró el presidente abjazo, Serguéi Bagapch. "Hay más bases políticas y jurídicas para reconocer Osetia del Sur y Abjazia que Kosovo", manifestó el líder de Osetia del Sur, Eduard Kokoiti.

"No vamos a imitar a nadie", dijo Putin en su última conferencia de prensa, donde reiteró sus advertencias a países con problemas territoriales como España. Putin se jacta de haber asegurado la integridad rusa tras el peligro de fragmentación que en su opinión existía en la década de los noventa, pero no está del todo relajado. Para Rusia, el caso de Kosovo tiene otra inquietante dimensión internacional. El ex jefe de Gobierno Yevgueni Primakov reprochó anoche a Occidente el imponer soluciones por su cuenta sin permiso de la ONU y "continuar así la lógica de Irak".

Policías antidisturbios contienen a los manifestantes serbios que lanzan antorchas contra la Embajada de Estados Unidos en Belgrado.
Policías antidisturbios contienen a los manifestantes serbios que lanzan antorchas contra la Embajada de Estados Unidos en Belgrado.EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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