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Reportaje:

La vida privada de Sarko

La querella de Sarkozy contra 'Le Nouvel Observateur' muestra que han estallado las reglas sobre su intimidad

"Si vuelves, lo anulo todo". Este era el mensaje que, según la edición digital del semanario Le Nouvel Observateur, le envió por medio de un SMS el presidente francés Nicolas Sarkozy a su ex esposa, Cécilia Ciganer, una semana antes de casarse con la cantante y ex modelo Carla Bruni. Sarkozy ha presentado una demanda penal contra la publicación por "falsedad, uso de falsedad y ocultación" que puede costarle tres años de cárcel y una multa de 45.000 euros al periodista Ayri Routier, redactor jefe de la publicación y autor del artículo. El periodista mantiene que la noticia es cierta aunque insiste en que no desvelará sus fuentes, que ni siquiera mencionaba en su pieza, dando pábulo a la interpretación de que no fue otra que la propia ex esposa del presidente, que ya utilizó este medio para anunciar su divorcio en octubre pasado.

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El presidente ha roto una regla no escrita de la Quinta República por la que el inquilino del Elíseo, que goza de impunidad legal mientras ocupa la jefatura del Estado, nunca recurre a la vía penal. Pero más allá de la disputa legal y política, el episodio ha generado un debate sobre donde se sitúan ahora los límites más allá de los cuales la vida privada de un cargo público forma parte de su equipaje secreto. También plantea la compleja cuestión de la relación de los medios escritos con el contenido de sus páginas en la Red, en tanto que la dirección del semanario asegura ahora que Routier se saltó las reglas.

De lo que nadie duda es que Sarkozy ha optado deliberadamente por un estilo presidencial en el que se ha difuminado la frontera que protege su vida privada. Y los medios de comunicación le han seguido al pie de la letra colándose por la brecha. El presidente intenta ahora echarlos fuera de este espacio. Pero restablecer de nuevo una distancia protocolaria no será fácil. "Es cierto, el presidente ha desplazado la línea sobre lo que está autorizado o no en el conocimiento de su vida privada", reconoce, no sin cierto cinismo, el propio autor de la querella, el abogado Thierry Herzog, que no se privó de lanzar todo tipo de descalificaciones contra el NouvelObs, el más crítico con Sarkozy de los tres semanarios de referencia franceses.

En su último número, la dirección de NouvelObs se ha pronunciado. Jean Daniel, el veterano presidente de honor, titula su columna, Sí. Un error, y admite que no debió publicarse la información, aunque se muestra extremadamente crítico con el presidente. Sí, viene a decir, la culpa es nuestra por habernos dejado llevar por la dinámica creada por Sarkozy, nunca debimos seguirle por ese camino. Los directores de la redacción del semanario, Guillaume Malaurie y Michel Labro, van más allá a la hora de matizar. También consideran que no debió publicarse, pero dejan muy claro que no descalifican al autor e, incluso, implícitamente, no desmienten la veracidad de la noticia. Su autor, dicen, la entregó al responsable de la web saltándose los canales tradicionales. La sociedad de redactores del semanario, por el contrario, se solidariza con el autor.

Alain Ginestar, que fuera director de Paris Match y que fue despedido a instancias de Sarkozy, entonces ministro del Interior por haber publicado en portada una foto de Cecilia con su compañero sentimental, el publicitario Richard Attias, no duda sobre lo que hubiera hecho. "Lo primero que intentaría saber es cómo se consiguió", dice, "si al periodista le fue comunicada por alguien que lo recibiera, sería difícil no publicarlo". "Este presidente es diferente de los anteriores", añade, "es su manera de ser lo que hace que no estemos ante un problema de los periodistas sino de un problema del presidente".

Edwy Plenel, ex director de la redacción de Le Monde, que ahora encabeza el proyecto Mediapart, comparte a medias esta postura. No la habría publicado, al menos "sin citar fuentes, de forma anónima", pero señala las enormes contradicciones que existen entre la postura presidencial y la demanda criminal que ha presentado; "una reacción excesiva que muestra hasta que punto se trata de una privatización de la República". Para Plenel el problema es que Sarkozy lo quiere todo. "Quiere mediatizar su vida privada, utilizarla políticamente y también controlarla. Esta frontera es sagrada, no deberíamos pasarla, pero cuando un hombre público utiliza su poder político dentro de su vida privada, rompe las reglas".

Nicolas Sarkozy y  Cécilia Ciganer, en julio de 2006.
Nicolas Sarkozy y Cécilia Ciganer, en julio de 2006.AFP

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