La Gran Barcelona se prepara para recibir agua potable por barco
Se recuperarán 13 antiguos pozos y el Rec Comtal, que data del siglo X
"No es definitivo", insistió Francesc Narváez, presidente de la Entidad del Medio Ambiente (EMA). Pero la hipótesis, anunciada en diciembre, toma cuerpo; igual que las obras para adaptar el puerto, que empezaron el mes pasado.
Las naves cargarán agua en Marsella (sur de Francia), además de las opciones que ya se habían adelantado: Tarragona y Almería. La opción francesa, atractiva por su mayor proximidad que la andaluza (198 millas náuticas frente a 350), comprende dos variantes. Puede importarse agua potable comprada a Aguas de Marsella, o agua prepotable, procedente del canal de Provenza, para usos industriales y agrícolas. El horizonte de las restricciones de agua doméstica se sitúa, aun con las medidas anunciadas ayer, exactamente donde estaba: empezarán a aplicarse en junio si no llega la lluvia y con la atención puesta en las últimas nevadas.
La nieve caída en el Pirineo no sólo se ha convertido, una vez más, en el motor económico de los valles de montaña, sino que permite prever buenas cosechas de agua en primavera. Estas reservas, aunque no solucionarán el problema de la sequía, pueden suavizar la amenaza de las restricciones de agua.
Francesc Baltasar, consejero de Medio Ambiente, señaló el 17 de enero que en las cabeceras de las cuencas catalanas se acumula nieve equivalente a 230 hectómetros cúbicos de agua. Como referencia, un hectómetro cúbico de agua llenaría hasta la bandera dos veces el Camp Nou. De esta cantidad, sólo 24 hectómetros cúbicos -el consumo del área metropolitana de un mes- se encuentran en las cuencas de los ríos Ter-Llobregat, la que abastece al área metropolitana. El resto, 206, corresponden a la cuenca del Ebro. Los datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro son, sin embargo, más optimistas. Este organismo cifra en 287 hectómetros cúbicos la nieve almacenada en las montañas catalanas, cuyas aguas alimentan el Ebro. La cuenca del Noguera Pallaresa acumula nieve equivalente a 174 hectómetros cúbicos.
La Administración informó también de que hará limpieza para recuperar antiguos recursos hídricos. En total, se recuperarán 13 añejos pozos de la zona, olvidados y maltratados por la contaminación, para cubrir el 26,5% del consumo del área metropolitana, anunció Narváez. La rehabilitación de los pozos, acuciada por la sequía, se completará en un máximo de cuatro meses. El objetivo es que el agua consumida por el área metropolitana provenga de estos caudales y aliviar así la cuenca del Ter y la del Llobregat, que el pasado lunes entraron en el nivel 2 de emergencia.
La necesidad de agua ha hecho recuperar el Rec Comtal, cauce que se construyó en el siglo X para llevar agua a la Barcelona medieval. Este riego, que hasta ahora drenaba las aguas residuales de la ciudad, volverá a surtir los grifos de la región, de la que cubrirá el 3% de la demanda.
El Rec Comtal, que conduce agua del Besòs desviada desde Montcada i Reixac, corteja a la ciudad desde la época medieval. Su construcción, atribuida al conde Miró, sirvió para regar las huertas de las afueras de las murallas y como fuerza motriz de los molinos, que permitían también actividades relacionadas con la industria textil.
El Rec permitió riego agrícola en lo que entonces eran los pueblos de Sant Andreu, Sant Martí de Provençals y en la Horta del Portal Nou. También hacía posible instalar pequeñas instalaciones de manufactura, curtidos o textiles. En el interior de la ciudad, servía de lavadero y, en épocas, de alcantarilla.
En el siglo XVIII comenzó la instalación de industrias en el Raval. Al mismo tiempo, había necesidad de agua potable por el crecimiento de la ciudad. En esos años marcados por la carencia de agua, se afirmó como una infraestructura de valor esencial.
Durante el siglo XIX, el papel del Rec cambió con la expansión de la ciudad. El rápido crecimiento industrial en Barcelona, Sant Andreu y Sant Martí llevó a utilizar sus aguas como refrigerante y alimentador de las máquinas de vapor, y también como alcantarilla de aguas residuales resultado de la actividad fabril. Sus aguas acabaron por emponzoñarse por culpa de la alta contaminación.
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