Y corrió la sangre en Wall Street
La banca de inversión está con el agua al cuello. Pierde 146.000 millones en su cartera de deuda
La crisis financiera desatada el pasado verano en Estados Unidos por el colapso de las hipotecas de alto riesgo (subprime) se está cebando de la poderosa banca de inversión. Y cómo. La sangría está siendo de tal magnitud que, en función de los resultados publicados hasta la fecha, se calcula que las pérdidas ocasionadas por la caída en el valor en las carteras de deuda ascienden a 146.000 millones de dólares. Esa cifra podría doblarse si los problemas persisten y las aseguradoras de bonos incumplen sus pagos.
Las entidades más afectadas por las turbulencias en el mercado de crédito están siendo en términos absolutos Merrill Lynch, Citigroup y UBS, por su elevada exposición al riesgo vinculado a las hipotecas subprime. Los tres bancos se convirtieron durante el boom inmobiliario en verdaderos supermercados en los que se empaquetaban deuda, que luego la diversificaban y vendían a los inversores como productos de bajo riesgo. Ahora están pagando los errores estratégicos que cometieron en sus apuestas.
Entre los más afectados por la crisis están HSBC, Morgan Stanley, Bank of America, Washington Mutual, Crédit Agricole y Société Général
El único superviviente de la caja de truenos que abrió Bear Stearns en la primavera de 2007 es el gigante Goldman Sachs
Oppenheimer Holdings eleva a 70.000 millones las pérdidas adicionales que debería registrar la banca si los seguros no les dan cobertura
Los números hablan por si solos. De acuerdo con la información suministrada por los 25 mayores bancos mundiales a las autoridades reguladoras del mercado bursátil, Merrill Lynch registró en 2007 unas pérdidas de 24.500 millones de dólares por la pérdida de valor o provisiones de activos hipotecarios. Citigroup le sigue con una provisión de 19.600 millones, a los que le suma otros 2.500 millones en concepto de pérdida de créditos. Y en el grupo de cabeza entra la suiza UBS, con pérdidas de 18.500 millones.
Entre los 10 más afectados por la crisis aparecen HSBC, Morgan Stanley, Bank of America, Washington Mutual, Credit Agricole, Wachovia y Societe General. La pérdida combinada en el valor de sus carteras asciende a 47.800 millones de dólares. Por no dejar de citar a Bear Stearns. El resto de los bancos, gracias en buena parte a la diversificación de negocio, lograron esquivar buena parte del golpe. Pero eso no impidió que la crisis de las subprime pegara un bocado a sus cuentas. Es el caso de JP Morgan Chase, Lehman Brothers y otros grandes bancos.
La presión de Wall Street para que las entidades aclaren sus cuentas es tal, que la crisis hizo rodar varias cabezas entre los grandes nombres de la banca de inversión. El primero en caer fue Charles Prince (Citigroup). Y a los pocos días le siguió Stanley O'Neil (Merrill Lynch). La última víctima fue James Cayne (Bear Stearns). No sólo eso, las elevadas pérdidas les están forzando a buscar capital entre nuevos inversores, principalmente Gobiernos en Asia y Oriente Próximo, que disponen de ingentes cantidades de efectivo gracias al repunte del petróleo.
El único superviviente de la caja de truenos que abrió Bear Stearns en la primavera de 2007, cuando anunció la liquidación de dos de sus fondos especulativos, es el gigante Goldman Sachs. Su estrategia no sólo evitó que quedaran atrapadas en la espiral de las subprime, sino que fue incluso capaz de beneficiarse de los males de sus principales competidoras en la plaza neoyorquina.
Pero en Wall Street no creen que los bancos hayan limpiado aún todo el polvo que tenían escondido bajo las alfombras, por lo que habrá que esperar aún hasta la publicación de las auditorías para saber el alcance real de la crisis. Y a esto se le suma el problema de que muchos bancos pequeños en Estados Unidos, Europa y Asia no tienen la obligación de publicar la pérdida de valor en sus carteras, por lo menos hasta que las agencias de calificación rebajan su valoración.
Las pérdidas anunciadas en la recta final de 2007 pueden ser incluso mayores si toman forma los temores de que las aseguradoras de bonos podrían tener dificultades a la hora de responder a sus obligaciones de pago. Se están haciendo muchos cálculos en el parqué. Oppenheimer Holdings eleva a 70.000 millones de dólares las pérdidas adicionales que debería registrar la banca si los seguros no les dan cobertura. Eso les obligaría a buscar fondos adicionales.
Standard & Poors va más allá incluso y precisa que las pérdidas totales vinculadas a los problemas en el mercado hipotecario de Estados Unidos podrían alcanzar los 265.000 millones de dólares si persisten en el tiempo. S&P, que tiene desde hace semanas bajo observación a las aseguradoras de bonos, no descarta llegar a rebajar su valoración a activos financieros vinculados a hipotecas subprime y otro tipo de deuda valorados en 534.000 millones de dólares.
Si Standard & Poors diera este paso, los analistas advierten de que podría paralizar por completo el mercado de deuda, y salpicar a los bancos y otras instituciones financieras más pequeñas en Europa y Asia. Por eso, Jaime Caruana, director de mercado de capitales del Fondo Monetario Internacional, cree que es necesario que los seguros procedan a la recapitalización de sus carteras, para evitar que las agencias de calificación rebajen su valoración y que los bancos tengan que proceder a ajustes adicionales.
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