Barak decidirá el futuro del Gobierno
Ha llegado la hora de la verdad en la jungla de la vida política israelí, y todos los indicios apuntan a que nada cambiará. Ehud Barak, ministro de Defensa y líder laborista, que con 19 escaños es el pilar imprescindible para el Gobierno de Ehud Olmert, tiene la sartén por el mango. Pero no la va a verter, de momento, para no derribar al Ejecutivo. No está por la labor.
Dirigentes próximos a Barak apuntaban ayer que el titular de Defensa no responderá al informe y mencionaron una de sus reflexiones: Olmert no es el único responsable del fiasco de la guerra contra Hezbolá.
Desde que las batallas concluyeron, y tras la difusión del informe parcial de la Comisión Winograd, el pasado 30 de abril, los políticos con ambiciones de derrocar a Olmert, que son legión, le han puesto todas las chinas en el zapato.
Incluso su primera ministra, Tzipi Livni, que airea sus ambiciones por reemplazarle, exigió su dimisión tras conocerse el dictamen del 30 de abril, aunque luego siguiera en el cargo. El gobernante, un prestidigitador de la política, se las apañado para resistir. No es Livni la única que en Kadima, el partido de Olmert, aguarda la mejor coyuntura para desembarazarse del primer ministro. El ministro Saul Mofaz no esconde sus apetencias.
El dilema para Barak, que no jugó papel alguno en la guerra, es mayúsculo. Preso de sus palabras (prometió abandonar la coalición de Gobierno una vez publicado el informe final, aunque después matizó que forzaría a Olmert a anticipar las elecciones), ahora tiene que decidir. Si destruye la alianza, las encuestas pronostican un nítido triunfo del derechista Likud de Benjamín Netanyahu y un batacazo para Barak. Sus votantes no le perdonarían que dejase en la estacada a Olmert cuando éste se haya embarcado en un proceso de negociación con los palestinos que sería borrado de un plumazo si cae el Ejecutivo.
Del Likud, y de otros grupos de la extrema derecha, que apoyaron la iniciativa bélica, sólo se podía esperar lo que anunciaron ayer: la exigencia de dimisión de Olmert sin demora.
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