Guti, durante el partido ante el Villarreal / CRISTÓBAL MANUEL
Guti, en el diván de Schuster
Cuando Robinho le limpió la bota agradeciéndole el pase que acababa de dejarle solo delante de la portería del Villarreal, Guti agachó la cabeza y le dio un beso en la nuca. Ningún gesto a la grada. Celebró más el gol de Sneijder que los dos que lo precedieron y que salieron de sus botas. Luego, abandonó el Bernabéu sin cruzar palabra con nadie. Se limitó a sonreír.