Una batalla campal en los barrios pobres de Beirut causa ocho muertos
La protesta ciudadana deriva en enfrentamientos entre el Ejército y militantes chiíes
Las protestas por los cortes en el suministro de luz que afectan a los paupérrimos barrios del sur de Beirut, de población mayoritariamente chií, degeneraron ayer en violentos choques entre los manifestantes y el Ejército, y concluyeron con la muerte de al menos ocho personas. A diferencia de los cruentos episodios que jalonan la vida política libanesa desde el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri, en febrero de 2005, en esta ocasión las víctimas mortales pertenecen a la oposición prosiria.
Sobre el inicio de los incidentes, a media tarde, reina la confusión. Vecinos chiíes de los suburbios meridionales de Beirut -miles de ellos procedentes del sur del país tras la guerra que enfrentó a Hezbolá contra las Fuerzas Armadas israelíes en el verano de 2006- quemaron neumáticos para cortar la carretera que une la ciudad con el aeropuerto internacional. El Ejército, según informa Reuters, disparó al aire para tratar de disolver la manifestación en la que se lanzaron piedras contra los soldados. Un disparo mató a un militante del partido Amal, de filiación chií y afecto al régimen de Damasco. Según testigos citados por la agencia France Presse, hombres armados abrieron fuego contra los soldados.
Los incidentes fueron cobrando virulencia a lo largo de la tarde y se extendieron al sur del país y al valle de la Bekaa, también habitados en su gran mayoría por chiíes. En la capital libanesa decenas de coches fueron incendiados y se escuchaban tiroteos en zonas de la ciudad en las que lindan los barrios cristianos y musulmanes, un hecho especialmente peligroso debido a las tensiones sectarias que aquejan al país y que dominan la política libanesa. El riesgo es notorio porque pocos expertos dudan que todas las sectas se han rearmado en los últimos dos años considerablemente. Cobra especial relevancia que el Ejército, una de las pocas instituciones del Estado que ha logrado mantener la neutralidad, se vea cada vez más envuelto en los enfrentamientos callejeros y en los turbulentos avatares políticos.
Día a día, la situación se agrava en un país siempre al borde del precipicio. Líbano sufre desde el 23 de noviembre un grave vacío institucional por la incapacidad de los partidos que apoyan al Gobierno prooccidental -suníes, drusos y parte de los cristianos- y de la oposición -chiíes, los cristianos leales al general Michel Aoun y varios partidos prosirios- para nombrar a un mandatario que debe ser elegido por consenso en el Parlamento. La enorme presión que EE UU y Francia, por un lado, y Siria e Irán, por otro, ejercen sobre los respectivos bandos contribuye de manera decisiva a fomentar la inestabilidad.
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