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Reportaje:GABRIEL INCLÁN | Radiografía de la sanidad

Un hombre del 'lehendakari'

Corren los últimos días de abril de 1999. Por fin se desvela quién va a suceder como consejero de Sanidad a Iñaki Azkuna, flamante candidato del PNV a la alcaldía de Bilbao. Tres son los nombres que se repiten en las quinielas para reemplazarle: los dos viceconsejeros, Iñaki Fernández y Luis Hernández, y un apenas conocido Gabriel Inclán, entonces director de Planificación y Evaluación Sanitaria de Osakidetza. Los más apuestan por cualquiera de los dos viceconsejeros; los menos, por Inclán, quien es al final el elegido. Sólo Azkuna y el lehendakari Ibarretxe se hallaban en el secreto de la elección.

Casi nueve años y tres legislaturas después, Inclán (Barakaldo, 1955) sigue en el puesto contra viento y marea, tratando de capear con su perenne bronceado e impecables trajes la peor crisis que la sanidad vasca ha vivido entoda su historia. El conflicto que la consejería arrastra con los sindicatos supera ya los tres años. Durante todo ese tiempo han sido los sucesivos directores de Osakidetza, Josu Garay y la actual responsable del Sistema Vasco de Salud, Gloria Quesada, y su director de Recursos Humanos, José Andrés Blasco, los que han dado la cara en la mayoría de ocasiones. Y en todo este tiempo, el consejero ha contado siempre como principal valedor con el mejor posible en el Ejecutivo: el propio Ibarretxe.

Desde 1986, su carrera se ha ligado a tareas directivas en sanidad pública
Su amabilidad es proverbial. Antiguos colegas le recuerdan como 'Sisí'

El Gobierno ha salido públicamente en defensa de la gestión de Inclán en una actuación sin precedentes y cuando más arreciaban las críticas. Ocurrió a mediados del pasado mes de diciembre: el Consejo de Gobierno aprobó una declaración institucional en la que arremetía contra los sindicatos y la oposición política, reforzando así a Inclán. El consejero es un hombre del lehendakari, con el que ha establecido una alianza personal y al que ha ligado su suerte política.

El titular de Sanidad se ajusta de forma perfecta al perfil técnico que ha caracterizado los equipos de Ibarretxe para afrontar sus tres legislaturas. Justo lo contrario de Azkuna, un consejero con un gran peso político.

Casado en segundas nupcias y con un hijo, Inclán es especialista en medicina interna. Sin embargo, desde 1986 ha desarrollado cometidos directivos en Osakidetza. Ese año fue nombrado gerente del Hospital de Galdakao, puesto en el que permaneció hasta 1988. Entre 1991 y 1997 ocupó la dirección médica del Hospital de Cruces, el principal centro sanitario del País Vasco. Algunos de los profesionales con los que trabajó entonces recuerdan su "amabilidad", hasta el punto de que le conocían como Sisí: "Le pedías cualquier cosa o que resolviera algo y te decía: 'Sí hombre, claro que sí; sí, sí, no hay problema'. Siempre tenía un en la boca. Y lo cumplía".

En 1997, dio el salto a los servicios centrales de Osakidetza y en febrero de 1999 fue nombrado director de Planificación y Evaluación Sanitaria. Y de ahí, a la consejería. Compañeros de la Facultad de Medicina de otros cursos resaltan su "brillantez" como estudiante, que después plasmó en las sucesivas oposiciones de Osakidetza. Fue el número uno en la OPE para médicos de familia y después en la de internistas. "Como médico es brillante y era una persona con la que se podía discutir", comenta un facultativo que le conoce desde esa época y que ha seguido toda su trayectoria. "Ahora aguanta mal la crítica".

Eso es precisamente lo que piensan las portavoces de la oposición en materia de sanidad: la socialista Blanca Roncal y la popular Laura Garrido. Los debates con ambas en la Cámara a menudo se tornan broncos. Y eso que, antes de cualquier sesión, Inclán se deshace en saludos y cordialidad con todos los parlamentarios, sean del partido que sean. En esos debates empieza a mostrar sus conocimientos de euskera, que empezó a estudiar siendo ya consejero.

Roncal ya lleva a sus espaldas unas cuantas discusiones: "Defiende su posición por encima de todo. Ahora, sin mayoría, admite más cosas". Laura Garrido también se las ha tenido que ver en momentos duros: "Cuando se queda sin argumentos recurre a críticas personales, como 'usted no entiende".

Y es que otro de los males que se le achaca a Inclán es el orgullo, algo que rechaza uno de sus colaboradores más directos: "He trabajado con cinco consejeros y puedo decir que Inclán es el más cercano a la realidad social y el que mayor énfasis ha puesto en la eficiencia del sistema". Y es que la eficiencia es uno de los asuntos recurrentes, una cuestión a la que trata de dar una vuelta de tuerca. "Los recursos son los que son. Además de sanidad, también hay que construir escuelas y atender otras necesidades sociales", suele decir. A pesar de su cuestionamiento, Inclán no pierde su afición a tomar potes con sus amigos, salir al monte los domingos e ir a ver a su Athletic en San Mamés.

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