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Hamás consigue envenenar las relaciones entre Egipto e Israel

El Cairo autorizó ayer el acceso de vehículos a través de la frontera con Gaza

Acostumbran algunos líderes israelíes a lanzar proclamas en las antípodas de los usos diplomáticos. Uno de ellos es Ehud Barak. El responsable de Defensa y ex primer ministro afirmó semanas atrás que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, está muy mayor y que no es capaz de controlar la situación en la frontera con Gaza. Como un tiro sentaron las declaraciones en El Cairo. Claro que siempre hay segundas partes en el endiablado laberinto político de Oriente Próximo. Y la venganza ha sido inmediata. Hamás derribó el miércoles la delicada frontera entre Gaza y Egipto, y ha destrozado durante ya cuatro días el cruel bloqueo israelí sobre la franja. Mubarak, para disgusto de Israel, ha dado vía libre a la población del territorio palestino para que alivie en Egipto sus gravísimas penurias económicas. Los islamistas palestinos han conseguido envenenar las relaciones entre Israel y Egipto.

"Por mí, que [los habitantes de Gaza] se muevan a pie", declaró Olmert
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El presidente israelí, Simón Peres, más habituado que Barak a los foros diplomáticos, también insiste en que el Gobierno egipcio debe asumir sus responsabilidades y sellar de nuevo la frontera. Ha sucedido lo contrario. El mandatario del primer país en firmar la paz con Israel (1979) ordenó la noche del viernes a sus guardias fronterizos que se replegaran sólo horas después de que éstos comenzaran a conminar a las muchedumbres palestinas que debían regresar a Gaza antes de las siete de la tarde. Pero hay más: ayer no sólo entraban a pie en territorio egipcio miles de hombres, mujeres y niños. También se autorizó el acceso a los vehículos. Coches y camiones atascaron las dos mitades de la ciudad de Rafah, a ambos lados del linde.

El embotellamiento era tal en la parte egipcia que coches y camionetas atajaban a través de los olivares. Algunas organizaciones internacionales cifran en casi 200 millones de euros, en los tres primeros días, el monto de los intercambios comerciales en el inmenso zoco en que se han convertido las ciudades de Rafah y El Arish.

Hay, además de las palabras de Barak, otra razón para la ira de Mubarak. El Gobierno hebreo ha ejercido presión en Washington para que se redujera la ayuda financiera que Estados Unidos presta a Egipto. Y lo consiguió.

El motivo, ¿quién sabe? Pero el hecho de que Mubarak propusiera el viernes que Hamás y Al Fatah negociaran en El Cairo para buscar una solución que permita la apertura de los cruces fronterizos de la asediada Gaza supone otro aguijonazo a los intereses israelíes. El Ejecutivo de Ehud Olmert lo ha advertido por activa y por pasiva. Si el presidente palestino, Mahmud Abbas, se sienta a dialogar con el movimiento fundamentalista, el primer ministro hebreo cortará abruptamente las negociaciones nacidas de la conferencia de Annapolis (EE UU). El líder de Al Fatah decidió raudo. Ha preferido desairar a Mubarak y, por supuesto, a Hamás.

Abbas, que no mencionó la iniciativa de Mubarak, exigió ayer a Hamás que permita "reinstaurar en Gaza la Autoridad Palestina" y demandó que "las milicias detengan el lanzamiento de cohetes kassam" sobre suelo israelí. Sabe bien que los islamistas no cederán si no es mediante la negociación. "Juro que no aceptaremos ninguna condición previa", proclamó ante 200.000 fieles el primer ministro, Ismail Haniya, el 15 de diciembre, en el acto de conmemoración del vigésimo aniversario de la fundación de Hamás. Semejante juramento en público, en boca de un líder político-religioso como Haniya, no tiene vuelta atrás.

Hoy, Olmert y Abbas se reunirán en Jerusalén. Y, previsiblemente, la crisis de Rafah cobrará protagonismo. Yaser Abed Rabbo, asesor del dirigente palestino, afirmó que "el fin del bloqueo a Gaza será el asunto principal a debatir". Nadie apuesta a que Olmert autorizará la apertura de los vitales pasos fronterizos entre Israel y la franja. En el Consejo de Ministros del pasado domingo, y en declaraciones posteriores, el primer ministro hebreo ha prometido que el cerco continuará.

No se reanudará el suministro de combustible para la única central eléctrica que abastece de energía a la ciudad de Gaza -aunque el Tribunal Supremo israelí dictaminó en noviembre que no podía suspenderse-, que a la caída del sol se convierte en un agujero negro. Y tampoco se entregará gasolina. "Por mí, que se muevan a pie", dijo Olmert.

Un soldado de Hamás impide el acceso desde Gaza a Egipto mientras una excavadora destruye el muro fronterizo el pasado viernes en Gaza.
Un soldado de Hamás impide el acceso desde Gaza a Egipto mientras una excavadora destruye el muro fronterizo el pasado viernes en Gaza.AP

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