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Columna
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El voto económico

Hace unos años, participé en un trabajo académico sobre la influencia de la economía en el voto (Economics and Politics, julio de 2005). En el artículo se estudiaba el caso de las elecciones autonómicas gallegas de octubre de 2001, utilizando para ello una encuesta elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el mes anterior. En el análisis se tomaba como referencia la percepción que los votantes tenían sobre dos cuestiones: si la situación económica de Galicia era peor, mejor o igual que cuatro años antes; y si, con respecto al resto de España, la situación de Galicia era peor, mejor o igual. A partir de las respuestas a estas preguntas y teniendo en cuenta otros muchos factores determinantes del voto, comprobábamos que efectivamente las percepciones económicas de los gallegos habían contado significativamente en su comportamiento electoral.

Fraga ganó en 2001 las elecciones autonómicas con la economía en peor situación que ahora

Sin embargo, esta influencia de la economía sobre el voto distaba de ser directa y automática. Al contrario, estaba mediada por varias relaciones complementarias, relaciones que creo están presentes en todas las elecciones. En primer lugar, existen errores de percepción por parte de los votantes: no es la economía real u objetiva sino la subjetiva o percibida por los electores la que importa. Sus evaluaciones económicas son imperfectas y, además, están sesgadas en función de la propia ideología del votante y otros factores.

En particular, resulta fundamental la capacidad del gobierno de edulcorar la realidad o de la oposición en amargarla. En segundo lugar, es posible que un votante considere que la economía no va bien, pero que piense que ello no es responsabilidad del gobierno y, por tanto, siga apoyándolo. Por último, es posible que un individuo considere que la economía va mal y que el gobierno es responsable de ello, pero que piensa que la oposición no lo habría hecho mejor.

Para el caso que nos ocupaba entonces, hicimos una serie de simulaciones para dar respuesta a las siguientes tres preguntas:

¿Qué hubiese pasado si los votantes hubiesen tenido una información perfecta de la situación económica? El Partido Popular de Galicia (PP) habría perdido alrededor de dos puntos porcentuales, que se habrían ido hacia el Partido Socialista de Galicia (PSdeG-PSOE) y el BNG.

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¿Qué hubiese pasado si, teniendo la información que tenían, el conjunto de los votantes -incluyendo los que opinaban que la economía no iba bien- hubiesen atribuido la responsabilidad al gobierno sobre esos resultados? El PP habría perdido más de punto y medio, en términos porcentuales, que nuevamente irían al PSOE y BNG.

Finalmente, ¿qué hubiese pasado si los partidos de la oposición hubiesen sido vistos como una alternativa real por el conjunto de los votantes? El PSOE y el BNG hubiesen ganado conjuntamente más de 2.5 puntos porcentuales a costa del PP.

En conjunto, los resultados mostraban que, en términos de competencia electoral, el PP había sido más hábil que la oposición a la hora de transmitir sus logros, responsabilidades y capacidad de gestión en materia económica. Es verdad que no resulta posible sumar los tres porcentajes anteriores, porque existen votantes que habrían cambiado la dirección de su voto por más de uno de esos factores y, por tanto, si los sumamos estaríamos cometiendo un error de doble contabilización. No obstante, dada la estrecha diferencia en el voto entre el gobierno y la oposición, podemos arriesgarnos a decir que la economía podía haber anticipado cuatro años el cambio en la Xunta.

En la actual precampaña, el Partido Popular está haciendo esfuerzos notables en los tres frentes: discurso negativo sobre el estado de la economía, intento de atribución de responsabilidades al gobierno, y fichaje de Manuel Pizarro. No obstante, Fraga ganó en 2001 con una economía en un estado objetivamente peor. Zapatero tiene un equipo económico solvente. Y el currículo de Pizarro no permite concluir que fuese a ser un crack como ministro. La cuestión está en si el PSOE va a ser suficientemente convincente (apabullante) al respecto.

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