El aborto se dispara
Una de cada 100 españolas interrumpe su embarazo - Fracasa la formación sexual
Una de cada 100 mujeres de 15 a 44 años (el periodo considerado fértil) aborta en España cada año. La cifra no deja de crecer desde la despenalización del aborto en 1985. Casi el 40% son menores de 25 años -y el 14% no llegan a los 19-. Cada vez se interrumpen más embarazos y a una edad más temprana, según los datos de 2006 hechos públicos ayer por el Ministerio de Sanidad en su web. Las interrupciones del embarazo se han duplicado en los últimos 10 años. ¿Se usa el aborto como un método anticonceptivo más? ¿Se ha perdido el miedo a abortar? ¿Por qué los jóvenes de la sociedad de la información no usan anticonceptivos?
Crece la percepción del aborto como un método anticonceptivo más
La OMS recomienda la venta sin receta de la píldora poscoital
El 40% de las interrupciones de embarazo son de menores de 25 años
Cada vez más adolescentes abortan por segunda o tercera vez
"Un aborto es un fracaso educativo y asistencial", señala Guillermo González, presidente de la Federación de Asociaciones de Planificación Familiar. "Pero también hay que tener en cuenta que ahora los jóvenes tienen más relaciones sexuales y que las mujeres han asumido su derecho a interrumpir un embarazo cuando no se ven capaces de afrontarlo. Y lo hacen. Aunque ahora precisamente estamos viviendo una campaña que puede volver a instalar el miedo de 20 años atrás".
Las cifras del ministerio llegan en un momento de especial beligerancia en contra del aborto. Con médicos y enfermeras en prisión preventiva por unos presuntos abortos ilegales realizados en Barcelona a mujeres en avanzado estado de gestación y con una fuerte campaña de grupos antiabortistas contra las clínicas que llevan a cabo interrupciones de embarazos.
Son los servicios sanitarios privados (aunque sean pagados en parte por la sanidad pública) los que se encargan de la casi totalidad de las interrupciones (99.044). El ridículo porcentaje de abortos practicados en centros públicos ha incluso disminuido este año. Ahora es del 2,51%. Este reparto tiene su origen en la supuesta objeción de los médicos a practicar abortos en 1985 y al recelo de las autoridades a imponer esta práctica en sus comunidades ante la fuerte campaña de presión que la Iglesia católica y otros grupos hicieron entonces [todavía el año pasado las clínicas abortistas cerraron el 28 de diciembre, cuando los católicos conmemoran la matanza de los Santos Inocentes, para evitar incidentes, informa María R. Sahuquillo].
Pero, campañas politico-religiosas aparte, es cierto que el número de interrupciones del embarazo crece y crece. En 2006 se pasó por primera vez la barrera de los 100.000 (la cifra exacta es de 101.592), lo que representa un aumento del 10,83% en el número de intervenciones frente al año anterior (9.928 abortos en términos absolutos), la proporción más alta desde 1997.
Y los datos sobre jóvenes y adolescentes son alarmantes: 39.286 menores de 25 años abortaron en 2006, 3.000 más que el año anterior. De ellos, casi 14.000 fueron abortos de adolescentes que no llegaban a los 20 años. Las cifras aumentan cada año. Como las de chicas que abortan por segunda, tercera o cuarta vez: para 1.679 mujeres menores de 20 años (el 12% del total) el aborto no fue el primero. En 1994, eran 500 las jóvenes que habían interrumpido el embarazo en más de una ocasión. La cifra se ha triplicado desde entonces.
Los expertos atribuyen este aumento desde hace años, sin que las autoridades tomen cartas en el asunto, a varias causas. En primer lugar, que la educación sexual, recibida en la familia, las escuelas, los medios y el entorno, falla estrepitosamente. No es una asignatura propia en los colegios. Se trata de una enseñanza transversal. La nueva Educación para la Ciudadanía incluye entre sus contenidos la educación afectivo-sexual. "No hay que tener miedo a hablar de sexo", señalan desde la Federación de Asociaciones de Planificación Familiar. "Si no se educa, no hay nada que hacer".
Otro de los problemas, en especial para las jóvenes, es la dificultad de acceso a los métodos anticonceptivos. Salvo los preservativos, el resto se vende con receta médica y sólo algunos de forma gratuita. Las píldoras anticonceptivas de última generación y el anillo vaginal -que se coloca cada mes y está empezando a ser uno de los métodos más populares- no entran dentro de los medicamentos que dispensa la Seguridad Social. Más carencias: no hay suficientes centros de planificación familiar. En algunas comunidades autónomas, como Madrid, hay que esperar meses para las citas. El 67% de las menores de 20 años que abortaron en 2006 no habían acudido nunca a un centro de planificación familiar, público ni privado.
El aumento también puede indicar un cierto agotamiento de los métodos para evitar el embarazo (miedo a tomar la píldora durante mucho tiempo por sus posibles efectos secundarios a largo plazo, rechazo al preservativo por comodidad por parte de los hombres). Y crece la percepción de que el aborto puede ser, en algunos casos, un método anticonceptivo más. Esta última afirmación viene avalada por los datos: en un 31% de los casos, la mujer ya se había sometido al menos a un aborto con anterioridad. Y en 1.240 ocasiones se trataba al menos de la quinta interrupción.
Una última causa que han apuntado estudios anteriores es que las mujeres, sobre todo las que no tienen pareja -la mitad de las que abortaron- no están dispuestas a asumir la doble carga de criar a un niño y de hacer una carrera profesional. Dos datos indicarían esta posibilidad: un poco menos de la mitad (43.998) de las que abortaron tiene estudios de bachillerato o superiores. Aproximadamente en la misma proporción (49.634) no tienen ningún hijo previo.
La venta sin receta de la píldora poscoital o la mejora en el acceso a esta anticoncepción de emergencia es uno de las posibles medidas que, según los expertos, podrían ayudar a reducir el número de abortos, especialmente entre las jóvenes. La promueven la Sociedad Española de Ginecología y la de Contracepción. "Los jóvenes se encuentran con los centros cerrados los fines de semana, que es cuando tienen relaciones sexuales y pueden necesitar la poscoital", señala Empar Pineda, portavoz de la clínica de interrupción de embarazos Isadora, en Madrid. La OMS recomienda también la venta de esta pastilla, que no es método abortivo sino anticonceptivo de emergencia, sin receta.
Los datos colgados ayer en la web del Ministerio de Sanidad no recogen un factor que todos los expertos en aborto consideran indispensable: la desagregación de los datos por nacionalidades. En 2007 el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (el organismo de coordinación entre los sistemas sanitarios autonómicos y la Administración central) acordó que en futuras estadísticas se incluiría esta información para saber en qué se falla y asesorar o dirigir campañas de prevención. Hay indicios y estudios parciales que muestran que las extranjeras abortan en mayor proporción que las españolas.
De los tres supuestos que permiten la interrupción del embarazo, en 98.523 casos se adujo el riesgo para la salud psíquica o física de la madre. Hubo 2.875 por riesgo fetal y 13 por violación. Los críticos con la despenalización afirman que estos datos demuestran que el supuesto del peligro para la mujer es un coladero y que se utiliza para justificar cualquier intervención. Los defensores de una ley de plazos señalan que la ambigüedad del texto legal crea inseguridad jurídica y pone en riesgo tanto a los médicos como a las pacientes.
"Hay sectores que están en contra de la educación sexual, de los anticonceptivos y de la píldora poscoital", concluye el presidente de la Federación de Asociaciones de Planificación Familiar. "Y son los mismos que luego se llevan las manos a la cabeza porque el aborto aumenta. Lo que quieren es que nadie tenga relaciones sexuales. Pero eso no va a suceder, así que la única solución es dar información y anticoncepción".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.