Un curioso popurrí culinario
KRESALA, en Barcelona, platos clásicos con toques renovadores
Tras un vistoso lavado de cara, lo que fuera el restaurante barcelonés Jean Luc Figueras ha abierto sus puertas recientemente bajo el nombre de Kresala, y con una estética remozada y una carta nueva. Al frente de la brigada, Manel Jiménez, profesional de gran experiencia (Martín Berasategui, Espai Sucre, Can Ravell, Neichel) que en los últimos cuatro años ha trabajado en este mismo lugar en funciones de segundo de cocina. En suma, un equipo ya consolidado que, libre de las ataduras de tiempos pretéritos, propone recetas que armonizan pasado y presente a partes iguales.
Platos enraizados en la más pura tradición burguesa de Barcelona, junto a otros creativos o de aires contemporáneos. Clasicismo e innovación con aspiraciones de elegancia. Un planteamiento abierto que permite a Jiménez moverse a sus anchas. De ahí que la carta sea un curioso popurrí que brinda a los comensales la posibilidad de viajar en el tiempo, saborear recetas regionales, reencontrarse con fórmulas clásicas o bucear en espacios culinarios evocadores de los pasados años ochenta.
KRESALA,
6,5.- Santa Teresa, 10. Barcelona. Teléfono: 934 15 28 77. Cierra domingos. Menú degustación, 80 euros. Entre 100 y 130 euros por persona. www.kresalarestaurant.com. Arroz verde de cigalas, 30. Rape en costra de cítricos, 30. Costillar de cordero con cebollitas, 45. Ravioli de frambuesa con sopa de ciruela, 12.
Pan ... 6,5
Café ... 4
Bodega ... 7,5
Aseos ... 7,5
Ambiente ... 7
Servicio ... 7
Como muestra de desacierto, el canelón de salmón relleno de caballa, con caviar y aire de hinojo, mezcla deslavazada que podría corresponder al catering de una mala línea aérea. Mejor valoración merecería el arroz verde cremoso coronado por una cigala espléndida si no fuera porque llega a la mesa sazonado con mucha más sal de la cuenta. ¿Carencia de regularidad? ¿Descuidos esporádicos? Fallos difíciles de justificar en un lugar donde el coste medio de cada plato fluctúa en torno a los 30 euros y los conocimientos de Jiménez resultan incuestionables.
Lo ratifica su delicioso suquet de pescados, caldo transparente y aromático, con sutiles notas de azafrán, sobre el que nada un taco de cabracho con un punto de cocción perfecto. O su impecable versión de la liebre a la royal, estofado espectacular que pone a punto tras un laborioso proceso, para presentar los lomos rellenos de trufa negra en compañía de un soberbio puré de patatas. Altibajos incomprensibles que vuelven a aparecer en el plato de rape, lomo de pescado desfigurado por un incisivo rebozo de cítricos, la agresiva salsa de curry y una dulzona compota de pera.
'LICHIS' Y COCO EN EL VIEJO TALLER DE BALENCIAGA
KRESALA OCUPA un palacete decimonónico de gran valor arquitectónico, construido en 1851 y próximo al paseo de Gracia, que en su momento fue taller del modista Balenciaga. La modernización de sus instalaciones, que ha acometido la compañía propietaria -Grupo Sagardi-, ha jugado con tres colores básicos, negro, azul y blanco, para prestar aires de contemporaneidad a una sala elegante, pero que puede resultar algo fría y por las noches no acierta con la iluminación. Bajo la dirección de Thomas Rosini, el equipo de sala se desvive por hacer las cosas correctamente. Los panecillos, que se elaboran en la casa, están bien, y la bodega, con una cifra próxima a las 500 referencias, contiene marcas españolas de distintas denominaciones, junto a botellas escogidas de diferentes países productores, Francia e Italia principalmente. Eso sí, a precios en consonancia con el resto. Para empezar, la casa ofrece tres aperitivos de cortesía (butifarra casera con foie-gras; sopita de cebolla al huevo perjudicada por el insidioso aceite sintético de trufa, así como rollito de cangrejo). Bocaditos que pasan sin pena ni gloria. Y para concluir, algunos postres tan ligeros como refinados. Delicada la sopa de lichis con helado de coco; acertados los ravioles de frambuesa con helado de almendras y germinados, y simplemente correcta la castañada, un muestrario de castañas en distintas texturas. Y como alternativa a la carta, su menú degustación, que por 80 euros incluye cinco medias raciones, además de aperitivo y postre del día.
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