Las urgencias también son el pasillo
Los grandes hospitales mantienen decenas de camas fijas en zonas de paso
En un pasillo con la luz encendida las 24 horas del día, oyendo los gemidos del vecino de camilla e inmerso en los ruidos y olores de enfermos, familiares y sanitarios. Más de la mitad de los madrileños, 3,2 millones de personas, tienen en su hospital de referencia un servicio de urgencias en los que las camas en los pasillos han sido institucionalizadas. Esta situación no es la respuesta urgente a un pico de la gripe o a una ola de calor. Es lo habitual en cinco grandes hospitales -La Paz, Ramón y Cajal, Clínico, 12 de Octubre, Gregorio Marañón y Puerta de Hierro- y uno mediano -Móstoles-, que han convertido los pasillos en una parte más del servicio, con sus carteles identificativos pegados en las baldosas de la pared.
En el argot médico, "pasillo" es "donde el enfermo no debería estar"
"¿Es ésta la mejor sanidad del mundo? Es tercermundista", afirma una visitante
Los servicios de urgencias son muy distintos entre sí -algunos son auténticos laberintos, otros una sucesión de salas de distintos tamaños-, pero en el argot de urgencias "pasillo" designa un sitio "donde el enfermo no debería estar, que es el box". "Si tenemos que poner a tres o cuatro enfermos en camas pegadas junto al mostrador de enfermería, podrán estar en la sala, pero a efectos reales están igual que en un pasillo", explica una sanitaria del 12 de Octubre.
"Habéis venido en un día tranquilo", explicó un trabajador del Clínico el pasado jueves al recibir a EL PAÍS. A su espalda, no menos de una docena de enfermos dormitaban en las esquinas del servicio. Dos horas después, el comentario se repetía en el Ramón y Cajal, aunque aquí los pacientes en las mismas condiciones eran más del doble. Ellos y los familiares de visita intercambiaban miradas de cansancio y resignación en un pasillo con paredes de madera. Al día siguiente, la situación era algo mejor en el Puerta de Hierro y notablemente peor en el 12 de Octubre, La Paz y Móstoles. Como contraste, EL PAÍS comprobó que en el resto de los hospitales públicos de la región pacientes y sanitarios cumplían su papel en urgencias con pasillos despejados o con sólo unos pocos enfermos.
"Es algo inevitable", explica el coordinador de un servicio de urgencias de un gran hospital. "El problema son los pacientes pendientes de ingreso, los que esperan una cama en planta tras haber sido atendidos. Hemos mejorado en la atención rápida a los que llegan, pero sigue habiendo un tapón en planta", añade. Un médico de otro gran hospital coordinador avisa de que "aún no ha llegado la gripe y, a dos días de las fiestas, la cosa está tranquila". "Pero el margen es muy estrecho. Ahora llegan unos cuantos pacientes delicados y el colapso está asegurado", añade.
La normalidad con la que los trabajadores del hospital asumen la situación contrasta con la indignación de los usuarios, acostumbrados a oír las autoalabanzas de los responsables políticos. "Mi suegra lleva dos días en el pasillo. Allí la limpian delante de todos y debe soportar los gemidos, ronquidos y vómitos de los enfermos que están a su lado", protestó Encarna Batalla el pasado viernes en La Paz. "¿Es ésta la mejor sanidad del mundo? Es la primera vez que vengo, pero es tercermundista, una vergüenza".
El 12 de Octubre tiene unas urgencias inauguradas hace un año, pero camas en los 16 boxes insuficientes para una población asignada de más de medio millón de personas. Una mujer mayor y sola lloraba el pasado viernes encajada en una puerta que debería estar libre de obstáculos. Le faltaba espacio y una almohada -"de eso no tenemos más", le decía una auxiliar-, pero las trabajadoras se esforzaban en llenarla de mimos y cariño.
La Comunidad tenía 4,9 millones de habitantes en 1991 y ahora supera los seis. Los mismos hospitales (sólo ha sido abierto el de Fuenlabrada) para 1,2 millones de personas más. Una situación que debería mejorar con la puesta en marcha de los siete nuevos hospitales, de gestión privada o mixta público-privada, promovidos por el Gobierno regional. El cuándo es un interrogante. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, los prometió para la legislatura que terminó en mayo. Sus últimos anuncios son que comenzarán a funcionar a lo largo de 2008.
Información realizada por Oriol Güell, Javier Sánchez del Moral, Amaya Izquierdo y Álvaro Corcuera.
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