Las tropas británicas entregan Basora
El Ejército iraquí toma el control de la segunda ciudad del país y se enfrenta al reto de mantener la estabilidad en la principal vía de exportación de petróleo
El Ejército británico transfirió formalmente ayer el control de Basora al Gobierno iraquí. El gesto, considerado un paso significativo hacia su retirada total del sur de Irak, apenas supera lo simbólico para los habitantes de esa provincia estratégica. Los soldados ya se habían retirado en septiembre de la capital, donde viven dos de sus 2,6 millones de habitantes y radica el único puerto del país, por el que sale el 80% de su crudo. Además, nunca desafiaron a las milicias chiíes que se reparten el poder en las calles.
"Esto significa una victoria para Irak y una derrota para sus enemigos", declaró el consejero de Seguridad Nacional, Muafak al Rubai, durante la ceremonia celebrada en el aeropuerto de Basora. Al Rubai, que representaba al Gobierno central, agradeció a las tropas británicas su labor de protección de la ciudad frente a los insurgentes, el entrenamiento de los soldados iraquíes y la reconstrucción de la economía de la segunda ciudad del país.
Muchos de los habitantes debieron levantar sus cejas con incredulidad ya que, a tenor de una reciente encuesta encargada por la BBC, el 85% opina que la ocupación británica ha tenido efectos negativos. Es cierto que dada su población mayoritariamente chií se ha librado, como la mayoría de las regiones del sur, de la guerra sectaria que en los dos últimos años ha desangrado el centro del país. Sin embargo, las milicias chiíes y las bandas criminales han campado a sus anchas bajo una tranquilidad sólo aparente.
"Nuestro objetivo es ver un Irak dirigido por los iraquíes y para todos los iraquíes", afirmó por su parte el secretario del Foreign Office, David Miliband, presente en la ceremonia. Miliband reconoció a la BBC que aunque se ha producido una importante reducción de la actividad insurgente en los últimos seis meses, "la violencia vinculada a la criminalidad común" necesita más esfuerzos. "No estamos entregando una tierra de leche y miel", admitió tras señalar que Irak aún es un lugar "muy, muy violento". Consciente de ello, Al Rubai recordó que "todas las armas deben estar en manos del Gobierno" y responsabilizó de la seguridad al gobernador, Mohamed al Waili. "Los habitantes de Basora van a fijarse en lo que usted haga. ¿Va a apoyar a las milicias? ¿Va a combatir la corrupción? ¿Va a respaldar el terrorismo?", le preguntó retóricamente durante su discurso. Al Waili aprovechó su intervención para contestarle que se opondrá "a cualquiera que intente sabotear la seguridad".
Basora es la novena de las 18 provincias iraquíes que recupera el control de su seguridad y la cuarta que entregan los británicos tras Muzana, Maysan y Di qar. Pero el hecho de que se trate de la principal vía de exportación del petróleo (un 70% se extrae en Maysan y la propia Basora) pone a prueba la capacidad del Gobierno central para mantener la estabilidad sin la ayuda de tropas extranjeras. Los 1,5 millones de barriles de crudo que se exportan desde el puerto de Basora constituyen la casi única fuente de ingresos de Irak.
Debido a ese interés estratégico, tanto los observadores extranjeros como la población local temen que Basora se convierta en el tablero donde las dos principales facciones chiíes libren su batalla final. Las milicias de Muqtada al Sáder, el Ejército del Mahdi, y de Abdulaziz al Hakim, la Brigada Báder (la mayoría de cuyos efectivos se han integrado en las fuerzas de seguridad), no han dudado en recurrir al juego sucio para hacerse con cotas de poder. Para disipar esos temores, ambos líderes y la tercera fuerza política de Basora (el partido Fadila al que pertenece el gobernador) han firmado un acuerdo comprometiéndose a no recurrir a la fuerza para dirimir sus diferencias.
Mientras tanto, en las calles de la ciudad de Basora, las fuerzas iraquíes desfilaron con sus carros de combate y vehículos blindados escenificando su control. Muchos dudan de sus medios y de su capacidad.
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