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Reportaje:

Del vertedero a la sala de exposiciones

El festival de reciclaje artístico Drap Art consolida y amplía su oferta

A pesar del frío, son muy raros los transeúntes que no enlentecen el paso cuando, al entrar en la plaza dels Àngels, se encuentran rodeados por 50 puertas y ventanas, intervenidas, decoradas y transformadas por otros tantos artistas. La instalación, una idea de Alberto Carvajal para reutilizar los elementos desmantelados y abandonados de la antigua clínica militar de Ciempozuelos, forma parte de la cuarta edición del festival de reciclaje artístico Drap Art. Más espacios, nuevas colaboraciones y un alud de visitantes han decretado la consolidación definitiva del proyecto -concebido y desarrollado por Tanja Grass-, que nació en 1996 como un Maratón de Creación y Reciclaje.

Desde primeras horas de la mañana los más de 50 puestos del mercadillo instalado en el vestíbulo del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) estaban atestados de gente. Los niños disfrutaban con un taller, donde aprendían a convertir tetrabrik en monederos y bolsos con unas mínimas intervenciones, mientras que sus padres intentaban resolver parte de las compras navideñas, con las bolsas de vieja tapicería de Veoveo, las joyas de corbatas de Silvia Artza, y los "objetos reanimados" de Bernat Capelladas.

Entre las novedades, una colección de monederos y bolsos de neumáticos de bicicleta de la firma argentina Banda de Rodadura y accesorios realizados con desechos electrónicos, cables y viejos circuitos del grupo alemán Trashdesign Manufaktur.

Por primera vez, el Fomento de las Artes y del Diseño (FAD) se ha involucrado en el evento acogiendo la exposición, que reúne a una treintena de artistas, cuyo común denominador es una estética que no hace ningún tipo de concesión a la acepción tradicional del concepto de belleza.

Entre los artistas, algunos son viejos conocidos del festival, como Rosa Puig, con una serie fotográfica de espantapájaros, y Karol Bergeret, con sus Santas Amas de Casa, especie en extinción, esculturas antropomórficas elaboradas con viejas tablas de planchar. Otros, en cambio, son nuevos fichajes, como Pablo Milicua, con una instalación de chamánica memoria; la colombiana Yolanda Botero, con unas viejas fotografías intervenidas, y Berta Riera, con efímeras y delicadas joyas realizadas con los residuos de los lápices al sacarles punta.

Sea como sea, la basura mantiene su protagonismo: se reutiliza, pero no se oculta, incluso se advierte un cierto regocijo por parte de algunos artistas en provocar rechazo y repulsión, como la chilena Lucia Egaña, que crea obras con "las uñas que mi abuela muerta fue almacenando a lo largo de su vida".

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Hoy por la tarde hay un taller de reciclaje electrónico y, a partir de las 21.00 horas, las actuaciones de Tadeusz Wierzbicki, con un espectáculo sobre los reflejos lumínicos, y de Julio Sanz Vázquez, con el Gran Litofón, instalación e instrumento de percusión al mismo tiempo. El festival se clausurará con una fiesta de reciclaje musical.

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