El dragón de hielo se funde
La población de Sichuan presencia perpleja el retroceso de los glaciares
Lu Tesuo, de 45 años, no ha oído hablar nunca del cambio climático, pero conoce muy bien sus efectos. De pie sobre la nieve que cubre los bloques de agua congelada del glaciar Hailuogou, en la provincia central de Sichuan, señala a uno y otro lado mientras explica: "Cuando yo era pequeño, había muchas torres de hielo, y el borde del glaciar llegaba hasta aquella línea en la pared. El paisaje ha cambiado mucho".
Lu sabe el terreno que pisa. De joven trabajó como guía para los alpinistas japoneses y surcoreanos que llegaban a esta remota región china de influencia tibetana, al este del Himalaya, para escalar sus cumbres. "Entonces no era posible caminar por aquí, había que dar la vuelta. En los últimos años, el deshielo se ha acelerado". El paisaje a su alrededor es grandioso. A 3.400 metros de altitud, la lengua del glaciar brilla bajo el cielo turquesa y los penachos de nubes se recortan sobre los picos de blancos eternos. A ambos lados del valle, se suceden el bosque, algunas cascadas y las laderas erosionadas, por las que ruedan las piedras entrechocando como si fueran canicas.
Casi todos los glaciares serán historia en 2100, según los estudios
La lengua de Hailuogou se ha acortado medio kilómetro desde 1983
"El río que va por debajo del glaciar lleva más agua", dice una campesina
La temperatura en la zona ha subido 0,4 grados centígrados entre 1997 y 2004
Al igual que Lu, otros habitantes de este valle enclavado a 320 kilómetros de Chengdu (capital de Sichuan) en el que viven lobos, pandas rojos, monos y jabalíes, no han oído hablar de los gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Pero lo que cuentan sobre las transformaciones experimentadas en las últimas décadas por este mar de hielo de 13,6 kilómetros de longitud, que muere a 3.000 metros de altitud, coincide con los datos de los científicos: los glaciares se funden y el proceso es muy intenso en esta región.
La lengua de Hailuogou se ha acortado 1,8 kilómetros desde 1930, y más de medio kilómetro desde 1983, según un informe publicado en septiembre por expertos la Academia de Ciencias China en Lanzhou (provincia occidental de Gansu). El retroceso ha sido de unos 24 metros anuales, aunque en los dos últimos años la cifra se ha duplicado. La causa es la temperatura en la zona, que ha subido 0,4 grados centígrados en el periodo 1997-2004, frente a 1988-1996, y el resultado ha sido un incremento del agua de deshielo y de la ablación glaciar.
Vistos desde las alturas, la forma en U del valle y la morrena de fondo dan fe del proceso de regresión que ha sufrido Hailuogou, uno de los siete glaciares que descienden por la vertiente oriental del Gongga (7.556 metros). Esta montaña, el sietemil más oriental de la Tierra, y de muy difícil ascensión, es considerada sagrada por los tibetanos.
Los glaciares de esta cuenca, del tipo marítimo (templado) o monzónico, constituyen un excelente indicador del calentamiento global, ya que son muy sensibles a las variaciones climáticas. La temperatura del hielo en verano, cuando reciben abundantes precipitaciones por los monzones, está entre 1 grado bajo cero y 0 grados. Según un estudio publicado en junio pasado por el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas, los glaciares del Himalaya se están acortando a una media de 10 a 60 metros al año, y en algunos casos hasta 74 metros anuales. Con las actuales proyecciones de cambio climático, dos tercios de los mares de hielo chinos habrán desaparecido en 2050, y, para 2100, casi todos serán historia.
Las consecuencias serán graves. "Además de alimentar algunos de los mayores ríos del mundo, que dan sustento a millones de personas, el sistema criosférico del Himalaya afecta al clima de las zonas adyacentes y al subcontinente en su conjunto, debido a su relación con el monzón. Así que la desaparición de los glaciares podría plantear serios problemas en la zona", explica Renoj Thayyen, uno de los mayores expertos indios sobre el impacto del calentamiento en el techo del mundo. Entre los ríos cuya existencia está amenazada por el deshielo del Himalaya, ya que nacen en sus montañas, están el Yangtsé, el Mekong y el Ganges.
La disminución de las masas de agua congelada incrementará en una primera fase el caudal de los ríos y los lagos glaciares, provocando inundaciones y corrimientos de tierra. Pero, dentro de varias décadas, el nivel se reducirá, causando pronunciadas sequías y problemas económicos y migratorios. Alrededor de 500 millones de personas en el sureste asiático y unos 250 millones en China podrían verse afectadas.
La fusión contribuirá a elevar el nivel del mar, con el consiguiente riesgo para muchos países. "En las últimas décadas, un tercio de la subida del mar se ha debido al deshielo", afirma Michael Kuhn, profesor del Instituto de Meteorología y Geofísica de la Universidad de Innsbruck (Austria).
Lan Quan, de 28 años, que, desde hace más de 10 trabaja en la estación meteorológica del valle del Gongga, un edificio de madera en medio de un bosque nevado, en la cota 2.980 metros, interpreta lo que está ocurriendo: "Los inviernos son cada vez más cálidos debido a las emisiones de las fábricas". Y enseña el cuaderno en el que han anotado la temperatura mínima del día: 6,9 grados bajo cero. Sobre las cumbres, comienza a despuntar el sol.
El desafío para China es serio. En 2006 vivió el año más cálido desde 1951, en las últimas décadas ha experimentado un incremento continuo de temperaturas y, en breve, según algunos expertos, incluso este año, se prevé que supere a EE UU como primer emisor de gases de efecto invernadero, es serio.
El Gobierno de Pekín ha mostrado una creciente preocupación sobre las consecuencias del cambio climático, debido al impacto que puede tener sobre el desarrollo y la estabilidad del país, que ya padece fuertes sequías en algunas regiones. Por ello, se ha comprometido a reducir un 20% el consumo de energía por unidad de PIB para 2010 respecto a los niveles de 2005, y a cerrar plantas térmicas contaminantes. China obtiene el 70% de su electricidad de centrales que queman carbón y emiten grandes cantidades de CO2.
El programa chino de lucha contra el calentamiento global fija como objetivo recortar 950 millones de toneladas de emisiones de gases para 2010, gracias a las energías nuclear, hidroeléctrica y eólica, entre otras.
Pero Pekín ha dejado claro que no aceptará ningún tope de emisiones porque frenaría sus esfuerzos para sacar a la población de la pobreza. Además, argumenta que los principales responsables de la situación a la que ha llegado el Planeta son los países más avanzados, por lo que corresponde a éstos hacer el mayor esfuerzo, y les pide que aceleren la transferencia de tecnologías limpias a los emergentes. China ratificó el Protocolo de Kioto en 2002, pero está exenta de recortar sus emisiones por estar en vías de desarrollo.
A la orilla de Hailuogou, en su cabaña de madera anclada en la falda de la montaña, Chen Guojun, una campesina de 40 años, ahonda en la cuestión mientras vende sabrosas sopas de cabra a los escasos visitantes: "El frente del glaciar se está derritiendo, y el río que va por debajo cada vez lleva más agua. Antes hacía más frío". Para ella, está claro que algo ha cambiado. Y, aunque no sepa por qué, sí sabe que el glaciar, que se desliza sobre su vientre como si fuera un gigantesco dragón, cada vez muere a mayor altitud. "¿Y el día que no quede hielo, de dónde sacaremos el agua para beber?", se pregunta Lu Tesuo.
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