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Cuando las ciudades se atrincheran

"Lo que más me preocupa es que las ciudades estén asumiendo y consolidando la desigualdad como algo natural", asegura la antropóloga brasileña Teresa Caldeira (Baltimore, 1954), profesora de Antropología del departamento de planificación urbana de la Universidad de Berkeley. La investigadora se encuentra en Barcelona participando en un coloquio internacional sobre las periferias urbanas organizado por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Su llegada a España ha coincidido con la publicación en castellano de Ciudad de muros (Gedisa). Se trata de un estudio minucioso sobre el atrincheramiento urbanístico de São Paulo y de su población, que ansía cada vez más vivir en barrios cerrados y custodiados por servicios de seguridad privada.

"A finales de la década de los años setenta, en plena dictadura militar brasileña, empecé a estudiar las comunidades periféricas de São Paulo", comenta Caldeira sobre el origen de este libro que fue el tema de su tesis doctoral. "Hacia 1982, mientras vivía en uno de estos barrios, empecé a constatar la aparición de un nuevo discurso que hablaba del 'miedo' al crimen y a la violencia. Ciertas clases empezaron a utilizar este discurso para salir de sus casas, buscar seguridad y optar vivir 'encerrados', en lo que llamo en el libro 'condominios cerrados'. Este proceso es similar al registrado en EE UU. Las ciudades se están cerrando".

Desigualdad

Es un proceso que, afirma, no le permite asegurar que suponga el fin definitivo de las ciudades como lugar de encuentro, pero sí que refleja un cambio que, asegura, se va a ir agudizando en el futuro. "Las ciudades se están transformando no sólo en el aspecto físico, sino también en la manera como se constituyen los grupos sociales; consolidando la desigualdad y el aislamiento como si fuera algo natural", señala.

Pese a llevar tantos años estudiándolas, Caldeira reconoce no saber hacia dónde van las ciudades. Todo dependerá, dice, de lo que hagan los jóvenes, y, por lo que está viendo en sus estudios sobre los movimientos juveniles en São Paulo, el futuro es incierto. "Antes, los jóvenes tenían un discurso claro de lo que iba a ser su vida como trabajadores. Ahora, ya no, ya no saben lo que van a hacer. Y el comportamiento de algunos de estos grupos de jóvenes, como el relacionado con el hip-hop, es preocupante. Son grupos muy masculinizados, peores que la comunidad patriarcal de hace 30 años; son intolerantes...".

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