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Entrevista:JUAN BELDARRAIN | Arquitecto

"El arquitecto tiene algo de cineasta"

El arquitecto Juan Beldarrain (Bilbao, 1966) se muestra convencido de que es posible crear proyectos de vanguardia y calidad con materiales reutilizados. Junto a su equipo, acaba de ganar el Premio Nacional a la Cultura Arquitectónica y Urbanística Sostenible, otorgado por el Foro Civitas Nova, por la ampliación de la biblioteca municipal de Azkoitia, que se levanta en la antigua estación del tren del Urola. Beldarrain forró el nuevo ala con viejas traviesas de madera de esa vía férrea.

Pregunta. ¿Cómo abordaron el proyecto?

Respuesta. Las estaciones de ferrocarril son edificios que confían mucho en la autonomía del diseño. Están pensados con referencia a la vía, por lo que no son fáciles de ampliar. La sensación que producía la biblioteca antes de su ampliación es que podía haber estado en cualquier otro sitio. Necesitaba echar raíces.

"Necesitamos diseñadores que discurran cómo reutilizar la basura"
"Hay mucho prejuicio sobre que sólo pensamos en la estética"

P. ¿Y entonces?

R. No queríamos que compitiera arquitectura contra arquitectura. Pensamos en un edificio con aspecto de escultura que se enraizase en el lugar.

P. Y lo forraron con viejas traviesas de ferrocarril.

R. Nos parece extraordinariamente atractivo que la biblioteca, creciendo como tal, siga evocando que por allí pasó el ferrocarril. El que las traviesas sean viejas es lo que da realmente sentido a ponerlas.

P. ¿Es fácil la reutilización de materiales?

R. Es más difícil de lo que parece, porque esos materiales se someten a unas normativas y unos controles de calidad pensados para los materiales nuevos. Habrá que ser razonable con este tema. Necesitamos gente que discurra cómo reutilizar esa basura. En parte estamos los arquitectos y en gran parte tendrán que intervenir los diseñadores industriales.

P. ¿Los arquitectos piensan en las necesidades de los ciudadanos o están más preocupados por las cuestiones estéticas?

R. Hay mucho prejuicio sobre que los arquitectos sólo piensan en la estética. No puedo hablar por todos, pero sí decir que en nuestro estudio hacemos muchísimos esfuerzos para averiguar cómo se van a usar los edificios que diseñamos. Y no siempre es fácil. Unas veces no conoces al usuario final, porque estás tratando con un promotor. Y cuando lo conoces, a veces tienes que provocar tú ese diálogo. Implicando a la gente se aprende mucho y el resultado es infinitamente mejor. Si no, acaban pasando cosas muy raras, pero no siempre tienes interlocutores válidos.

P. ¿Siempre buscan esa interlocución?

R. Sí. Cuando alguien no te especifica mucho lo que quiere, es un tremendo error aprovecharlo para hacer lo que te da la gana. Hay que conseguir involucrarle. Ser arquitecto tiene algo de director de cine. Todo el mundo reconoce que los directores son los autores de la película, pero se les supone cierta habilidad para trabajar con un presupuesto y un equipo. Creo que es mejor que los arquitectos nos veamos como directores de cine que no como pintores, como artistas personales. Al final, la producción de la arquitectura implica a mucha gente: la persona que encarga el proyecto, la que lo construye, la que lo va a utilizar...

P. ¿Qué le parece entonces la tendencia que muestran algunas instituciones de contratar a arquitectos estrella para determinados proyectos?

R. No soy crítico. Si vivimos en una sociedad que es capaz de pagar millonadas a alguien por jugar muy bien al fútbol, entiendo que una institución prefiera a un arquitecto con prestigio, porque genera un valor añadido de imagen. En la medida en que ese arquitecto se ha ganado ese valor añadido a fuerza de hacer arquitectura de calidad, bienvenido sea. Ahora bien...

P. ¿Qué?

R. De la misma manera que a quien le gusta mucho el fútbol le da rabia que a un jugador se le pague en realidad más por las camisetas que vende que por los goles que mete, sí que es cierto que a veces da pena que se valore más la fama, el nombre, que el hecho de que la arquitectura sea realmente de calidad.

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