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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Quedarse en Irak

Bush da un paso para formalizar una presencia militar permanente de EE UU en el país árabe

Fuera máscaras. George W. Bush no sólo no esconde su pretensión de mantener una presencia militar significativa y permanente de Estados Unidos en Irak, sino que le va a dar un rango formal. Éste es el eje de la declaración de principios suscrita a distancia por el presidente norteamericano y del débil primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que busca reforzarse con esta iniciativa.

Los 50.000 soldados estadounidenses que se supone quedarían en Irak se retirarían a bases fuera de las ciudades para dedicarse a defender las fronteras, con capacidad de actuar de manera flexible. Estados Unidos lograría tener una capacidad de proyección militar sobre el país y su petróleo y sobre toda la región, objetivo básico que alimentó la invasión de Irak, y que se inspira en lo que hicieron los británicos durante dos décadas tras la independencia del país en 1932.

La declaración tiene también la intención no manifiesta de, en año electoral en EE UU, forzar la máquina para poner en apuros a los demócratas, que aún carecen de un plan alternativo claro sobre Irak. No cabe, sin embargo, excluir -de hecho todos lo prometen aunque difieren en los plazos- que un eventual presidente demócrata acabara por retirar las fuerzas norteamericanas del país árabe.

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Es también un intento de aparentar que Irak recupera su soberanía. Un primer paso sería que en diciembre se renovara por última vez el mandato anual del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la presencia de tropas extranjeras. EE UU buscaría un acuerdo bilateral con Irak, como tiene con Corea del Sur o Japón.

La declaración refleja no sólo que la Administración de Bush no quiere salir de Irak, sino también que los iraquíes no pueden dispensarse de esta ocupación vestida de ayuda. EE UU se presenta como garante de la seguridad de Irak. Puede ser un peso del que no sepa liberarse ante la incapacidad iraquí. Se han formado ya medio millón de militares y policías locales, pero poco operativos al estar divididos por líneas sectarias.

Bush haría un favor a su país y al mundo si empezara a planificar no cómo se queda EE UU en Irak, sino cómo se va sin que se rompa el país. Pero probablemente lo que intente es demostrar lo contrario: que Estados Unidos es indispensable para el futuro de Irak.

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