Tinto poderoso y elegante

Empezó bien Marqués de Velilla, allá por los años noventa, cuando Ribera del Duero era un pequeño feudo de tres o cuatro bodegas pioneras, con Alejandro Fernández a la cabeza (Vega Sicilia aparte). Sus primeros vinos -como el joven con ligero toque de madera, una anticipación a la actual moda de los tintos roble- prometían grandes cosas. Sin embargo, la bodega se estancó, perdiendo la oportunidad de situarse entre los grandes. Y tiene motivos para serlo.

En primer lugar, una de las más hermosas fincas de la zona, con 600 hectáreas de bosques y viñedos de tempranillo: poco productivo, pero de fruto equilibrado y carga aromática profunda. Y un técnico con gran experiencia como es Gabi Rivero, que ha introducido rigor enológico y control vinícola en la explotación. El resultado es un cambio notable en sus vinos, que expresan mejor el terruño, dentro de una elaboración cuidada y actual.

Lo mejor, este tinto poderoso y elegante, a base de las uvas procedentes de las cepas más viejas de la bodega. Tiene una nariz compleja, con la fruta silvestre, madura pero fresca, punteada de notas tostadas, repuntes minerales. Con cuerpo, pero esbelto, deja un entrañable sabor a golosa uva madura.