Las contradicciones de Colombia, invitadas de honor en México

Fuente de creación literaria, de buenos narradores y poetas, pero de pocos lectores. Es parte de las paradojas de una Colombia donde el alto coste de los libros representa el 10% del salario mínimo, el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas empieza a ser un éxito y la gente suele desbordar los actos culturales. Y participar. Y preguntar. Y debatir.

Todos los sectores económicos han crecido, salvo la industria editorial

Los colombianos pasaron de leer 2,4 libros en 2000 a 1,6 en el año 2005

Para sorpresa de muchos, la última encuesta de Hábitos de Lectura 2007 revela que los 42 millones de colombianos pasaron de leer 2,4 libros al año en 2000 a 1,6 en 2005. Lo paradójico es que nunca antes se habían hecho tantos esfuerzos para promover y fomentar la lectura. Esto ha desatado teorías cuyos culpables serían la situación económica, el alto precio de los libros o el poco tiempo para leer reemplazado por el trabajo.

Carmen Barvo, directora de Fundalectura (institución colombiana dedicada al fomento de la lectura), considera que el problema es la falta de hábito. "La idea de que es importante popularizar el libro y la lectura es nueva. Por primera vez en la historia de este país, la lectura y las bibliotecas forman parte de un plan de desarrollo y cuentan con presupuesto", asegura. Para ella, lo más importante es que esto no sólo incluye la construcción de espacios, donde se quedaba el dinero, sino que el Gobierno dota a las bibliotecas con títulos, películas, televisores y computadoras.

Los diferentes eventos literarios que se realizan en Colombia, como el Hay Festival de Cartagena y Bogotá 39, que se celebró en el marco de Bogotá Capital Mundial del Libro, también han ayudado para llamar la atención de un público desprevenido que no tenía ninguna relación con la literatura.

Implicación editorial

Aunque el mercado del libro en Colombia es muy pequeño, las editoriales cada vez hacen mayores esfuerzos por hacer más asequibles los libros y conquistar nuevos públicos. Pero no funciona. "Estoy convencido de que hay un talante nacional, un ambiente que no invita a la lectura", dice el editor general de Planeta Colombia, Gabriel Iriarte Núñez. A esto se suma que "los colegios ayudan poco y las universidades aún menos al fomento de la lectura. Y el imperio de la fotocopia acabó literalmente con el texto universitario", afirma.

De otra manera no se puede explicar que todos los sectores de la economía hayan crecido a un buen ritmo mientras que el mercado editorial se ha mantenido en los últimos tres años con un crecimiento aproximado del 8% anual.

La principal característica de la industria de estos últimos años, según Iriarte, es que la oferta de libros y autores nacionales ha pasado a ocupar un lugar destacado, a diferencia de lo que sucedía en décadas anteriores. Hoy, una primera novela de un autor colombiano puede vender entre 1.000 y 1.500 ejemplares, que supera muchas veces a lo vendido por un autor extranjero que se edita por primera vez en el país. También hay excepciones, como El olvido que seremos, de Héctor Abad, que en el último año ha vendido más de 50.000 ejemplares.

"En Colombia hay una explosión de autores jóvenes que sin duda es interesante pero es demasiado pronto para juzgarla", opina Marianne Ponsford, directora de la revista cultural Arcadia. Las editoriales prácticamente se pelean por los nuevos nombres de la literatura y el periodismo como fichajes estrellas de un equipo de fútbol. Y lo cierto es que esta nueva generación está recibiendo mucha más atención mediática que la anterior.

El surgimiento de Arcadia junto con el de la revista Piedepágina también ha ayudado a darle un mayor protagonismo a la lectura y a los libros. Hoy día es el único medio masivo sobre medios culturales en Colombia.