El libertador
Como si no fuera suficiente con el tinte apocalíptico que algunos pretenden dar a la cita electoral del próximo mes de marzo; como si no bastara con el tono de revancha que desde ciertos sectores quieren imprimir a los comicios, exigiendo la vuelta a la normalidad -el Estado a fin de cuentas es suyo, o al menos eso es lo que creen- tras cuatro años de usurpación del poder por parte de Zapatero y sus huestes; como si todo ello fuera poco, la precampaña electoral ha tomado un nuevo derrotero desde el pasado fin de semana.
Resulta que ahora las elecciones van a ser también, ni más ni menos, una contienda de liberación, una autentica cruzada en la que unos españoles -si votan al PP- serán liberados de la esclavitud de los impuestos a la que los socialistas les tienen sometidos. Tal es la manera en que algunos han presentado la última propuesta de los populares: "Rajoy promete liberar a otros siete millones de españoles de pagar IRPF", rezaba el pasado lunes el titular de un periódico de la capital.
Se plantea convertir el país en un inmenso 'duty free' en el sentido más genuino del término
Puede que algún incauto llegue a pensar que la última propuesta de los populares tiene como objetivo evitar el pago de impuestos a aquellos que menos ganan, para que sean los ricos los que financien las inversiones en infraestructuras o los gastos sociales, de manera que los más desfavorecidos puedan dedicarse únicamente a disfrutar de todo ello. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues unos días antes el propio Rajoy ya había prometido una reducción del tipo máximo del 43 al 40%, y otra de diez puntos en el Impuesto de Sociedades. Así que la que nos anuncian a bombo y platillo como "la reforma fiscal más importante de la democracia" no tendrá vencedores ni vencidos. Al final, todos saldremos ganando: los pobres, los ricos, y los del montón. Vamos, un chollo que no se sabe cómo nadie había planteado ya con anterioridad.
Parece ser que a Rajoy le ha dicho su primo -no el físico, sino otro, el economista- que la inversión pública y el gasto social no tienen porqué resentirse por reducir la fiscalidad sobre la renta, pues los ingresos se compensarán con creces mediante el incremento de la actividad económica. Sin embargo, la historia de algunos países cuyos gobiernos se han afanado a la tarea de reducir determinados impuestos sirve para mostrar el grave deterioro sufrido por no pocos servicios públicos y la merma que semejantes políticas han supuesto para la igualdad de oportunidades. Esa que el propio PP quiere defender envuelto en la bandera española como símbolo de la exigencia de unos mismos derechos, que, supuestamente, se ven amenazados por la acelerada desintegración de la patria.
Total, que Rajoy quiere dispensarnos de pagar impuestos, esa trasnochada costumbre que no sirve sino para mantener y dar cuerda a la corrupción, la burocracia y la ineficiencia. Pretende liberarnos del yugo que nos ata al resto de nuestros conciudadanos en forma de obligada contribución al bienestar colectivo. Basta ya de amarras, nos viene a decir. Que cada cual haga con su vida lo que quiera, que se gaste su dinero en lo que más le apetezca, sin que nadie venga a quitárselo en nombre del interés general o de la justicia redistributiva. Lo dicho, vienen por fin a liberarnos, y a convertir el país en un inmenso duty free en el sentido más genuino del término: libre de deberes, libre de obligaciones. Que cada palo aguante su vela.
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