Un viraje para adaptarse a la competencia independentista
El primer acto del líder de la oposición al Gobierno catalán, Artur Mas, bajo el logotipo Casa Gran del catalanisme consistió en un esfuerzo para colocar a la federación de Convergència i Unió (CiU) en posición de competir con las propuestas que le disputan el liderazgo del catalanismo desde el ámbito del independentismo. Mas se aferró al principio democrático, el ejercicio del derecho a decidir, para acercarse a los partidos y sectores de opinión que hablan de independencia, de soberanía, de referendos, y les ofreció recorrer gradualmente esa vía, sin señalar ningún punto de llegada.
El guiño al electorado de Esquerra Republicana (ERC) y a los segmentos juveniles que identifican a CiU con la moderación y al pujolismo con la tibieza reivindicativa estaba claro. Pero, al mismo tiempo, Artur Mas hizo un esfuerzo para mantenerse en el ámbito del pragmatismo, del posibilismo, de las vías legales imprescindibles para un partido de orden y de gobierno.
Sin embargo, este fue el punto en el que más arriesgó. Sostuvo que prefiere la "confrontación con el marco legal vigente", antes que con la indiferencia del pueblo catalán, si la vía de los referendos sobre asuntos como la reivindicación de un concierto económico entre Cataluña y el Gobierno central u otros fuera cegada por el Gobierno español mediante recursos legales.
Unas 3.000 personas
El acontecimiento logró una gran audiencia. Unas 3.000 personas acudieron al Palacio de Congresos de Cataluña, en Pedralbes. Eran la gente de CiU, con sus grandes figuras en primera fila, Jordi Pujol y Josep Antoni Duran Lleida. Se invitó además a unas 400 personalidades y representaciones sociales y económicas de relieve, y entre los asistentes se contaban los presidentes de las patronales Fomento del Trabajo, Joan Rosell; Cecot, Antoni Abad, y Pimec, Josep González; el presidente de la Cámara de Comercio, Miquel Valls; así como Josep Maria Álvarez, secretario general de UGT de Cataluña.
Entre los empresarios y altos ejecutivos que acudieron estaban Salvador Alemany, consejero delegado de Abertis; Javier Godó, de La Vanguardia; Rafael Español, de La Seda de Barcelona; Felip Massot, de la inmobiliaria Vèrtix; Enric Reyna, del gremio de la construcción; y empresarios próximos a CiU como Artur Carulla, Carles Sumarroca, Lluís Bassat y Artur Suqué.
Mas habló en un escenario dominado por el color azul, en el que sólo había una bandera catalana y una gran pantalla de televisión en la que se proyectaba su propia imagen. La sala resultó insuficiente para todos los asistentes, muchos de los cuales tuvieron que seguir el acto desde los pasillos, de pie.
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