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Reportaje:CINE

LA MUSA Ahorcada

Gregorio Belinchón

Apareció muerta en el baño de su casa. Adrienne Shelly fue musa del cine indie de Nueva Cork y murió asesinada por una estupidez. Ahora se estrena su último trabajo, aclamado por la crítica.

Harta del ruido de las obras, Adrienne bajó a quejarse a los obreros. En su camino se cruzó con Diego Pillco

Al atardecer del 1 de noviembre de 2006, la policía llegó a un edificio de apartamentos del barrio neoyorquino de Greenwich Village sólo para poder certificar la muerte de Adrienne Levine. Su cuerpo colgaba, ahorcado por una sábana, de la barra de la ducha. Aparentemente, un suicidio. Sin embargo, su marido, Andrew Ostroy, que había descubierto el cadáver junto al portero de la finca, insistió en que era un asesinato. Adrienne Levine, más conocida por su nombre artístico, Adrienne Shelly, tenía una hija de tres años, una carrera afianzada como actriz, dos películas como directora, y un tercer filme detrás de las cámaras, La camarera, su mejor trabajo hasta el momento, a punto de ser aceptado por el festival de Sundance. Para Andrew no existía ni un sola razón para que su mujer se quitase la vida. Ni encontraron, además, nota de suicidio. La insistencia de Ostroy determinó la dirección de la investigación policial; y la huella de una zapatilla Reebok, un calzado que no poseía la pareja, en la tapa de la taza confirmó sus sospechas.

"A nadie nos encajaba aquel acto con la manera de ser de Adrienne, pero Andrew mantuvo además la calma y obligó a los agentes a emplearse a fondo". Al otro lado del teléfono habla desde Los Ángeles, donde vive, Michael Roiff, productor independiente. La camarera se había convertido en su primer trabajo en solitario y Shelly, en una de sus mejores amigas. Durante un momento, a Roiff se le hace un nudo en la garganta: la charla ocurre justo un año después del asesinato y al productor se le hace duro recordar la última conversación telefónica que mantuvieron ambos -en realidad, la última de la cineasta- la noche anterior, la de Halloween, en la que bromearon sobre la posibilidad de chantajear al comité de selección de Sundance.

Para los cinéfilos, la figura de Adrienne Shelly va unida ineludiblemente a la del director Hal Hartley. La actriz nació en Queens (Nueva York) en 1966 y aunque estudió Producción Cinematográfica en la Universidad de Boston, desarrolló toda su carrera en su ciudad natal. Allí se cruzó con Hartley y allí protagonizó los dos primeros filmes del realizador: La increíble verda d (1989) y Confía en mí (1990). Hartley se convirtió en un gurú cultural de Nueva York; no había cineasta más rabiosamente indie en la costa Este. A Shelly (su apellido es el segundo nombre de su padre, un homenaje al hombre que murió cuando ella tenía 12 años) esos dos trabajos le lanzaron al estrellato, una fama que ella rechazó. En vez de mudarse a Hollywood, la actriz prosiguió su carrera en su casa, mezclando filmes de bajo presupuesto -su última aparición se vio en Factótum - con algún capítulo de series de televisión y, sobre todo, mucho teatro, tanto de directora como de intérprete. Además, Shelly pertenecía a diversos comités organizadores de festivales de medio mundo. Su ansia por contar historias la había volcado en la escritura de una docena de obras de teatro y dos películas que ella misma dirigió: Sudden Manhattan (1997) y I'll take you there (1999).

Pero La camarera se había convertido en su gran legado. Shelly escribió el guión durante su embarazo en 2003, y la mezcla de comedia sentimental, drama y pasteles llamó la atención de varios productores, entre ellos Roiff. Su protagonista, Jenna (encarnada por Keri Russell, la estrella de Felicity), trabaja en un restaurante sirviendo mesas y creando cada día distintas tartas con las que expresa su estado de ánimo y a las que denomina con nombres tan sonoros como Pastel de la patada en la entrepierna o Pastel no puedo tener una aventura porque está mal y no quiero que Earl termine asesinándome. Cuando descubre que está embarazado de su marido, el susodicho Earl, un tipo que abusa de ella física y sicológicamente, Jenna intentará huir gracias a su talento repostero. Mientras, sus pasteles le servirán para enamorar a su ginecólogo y para afianzar su amistad con las otras dos camareras del local (una de ellas, interpretada por la misma Shelly).

Y de pasteles hablaron la noche de Halloween Roiff y Shelly. "Bromeamos sobre si enviar alguno a los seleccionadores de Sundance, porque estábamos seguros de que nunca tomarían una decisión así con el estómago vacío". A la mañana siguiente, Andrew Ostroy dejó a su hija Sophie en la guardería y se fue a trabajar a su empresa de marketing. Shelly se quedó en casa, un lugar que usaba también como oficina. Harta de los ruidos de las obras en el apartamento de abajo, la cineasta bajó a recriminar a los obreros y allí se encontró con Diego Pillco, un inmigrante ilegal ecuatoriano de 19 años, que llevaba sólo cinco meses en Estados Unidos y que no hablaba inglés. Cuando Shelly le amenazó con llamar a la policía, Pillco le arrojó un martillo y la persiguió escaleras arriba hasta su apartamento, donde la empujó contra una mesa. Shelly cayó inconsciente. Pillco pensó que la había matado y decidió esconder su crimen, arreglándolo como si fuera un suicidio. La autopsia reveló que la actriz murió de comprensión en la garganta; es decir, por el falso suicidio. A las seis menos cuarto, un asustado Ostroy, que no había logrado hablar con su mujer en todo el día, llegó a su casa y pidió al portero que subieran juntos, por si necesitaban forzar la cerradura. La puerta estaba abierta, Shelly había muerto ahogada. Cinco días más tarde, siguiendo la huella de la Reebok, la policía detuvo a Pillco y el obrero confesó su crimen.

"Shelly era brillante. Hemos perdido un talento descomunal, una amiga increíble y una madre excepcional", asegura Roiff. La camarera sí acabó participando, en enero de este año, en el festival fundado por Robert Redford. "Fue durísimo verla allí sin ella, y a la vez fue gratificante confirmar cómo el público amaba la película". En Estados Unidos el filme, que costó 1.700.000 euros, ha recaudado ya cerca de 20 millones. En España se estrena el próximo viernes. Algunos críticos la califican como la nueva Pequeña Miss Sunshine. Tras ganar en varios certámenes, en el horizonte se asoman los Globos de Oro y los Premios Oscar.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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