Las ratas espían al alcalde
Pobre Gallardón! Lo tiene todo salvo
el cariño de su partido. Es un hombre ganador, pero por eso mismo recelan sus colegas. Su rival, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha preguntado con ironía si el alcalde madrileño está afiliado al PP al ser preguntada si cree que Rajoy presentará en sus listas electorales para
el Congreso a Alberto Ruiz-Gallardón. Ahora a éste le espían hasta los roedores a los pocos días de que haya trasladado la sede municipal de la Casa
de la Villa al Palacio
de Telecomunicaciones, en la plaza de Cibeles. La obra ha costado más de 70 millones de euros, lo que ha suscitado las protestas de la oposición.
La cuarta planta
de las nuevas dependencias, donde se encuentra el despacho sobrio, claro y minimalista del primer edil -¡cuántas veces hemos escuchado estas semanas que es minimalista como si fuera un defecto!- se ha visto invadida por una plaga de ratas y ratones que han sobresaltado la tranquilidad de ordenanzas, secretarias y demás funcionarios. Quién sabe si los roedores trastornaron al siempre seguro y eficaz Alberto en su ir
y venir de su antiguo despacho al nuevo;
o incluso si algún colaborador ultrarreligioso, molesto por su decisión de retirar el crucifijo
de la pared de su oficina, ha actuado por revanchismo metiendo por las cañerías un batallón de voraces animalillos al igual
que en aquella película donde el protagonista se vengaba de su despido enviándole ratas agresivas a su jefe.
El alcalde ha hecho bien en no perder los nervios. Nada dijo públicamente, pero aprovechó el pasado puente de la Almudena, festividad en Madrid, para cerrar el lugar
y proceder a la tarea
de desratización. ¡Como si fuera tan fácil deshacerse de todos los roedores! Hay remedios fulminantes para acabar con las plagas de ratones, pero no existen tantos para eliminar a las ratas humanas. Su homólogo de Nueva York, el multimillonario Bloomberg, prefirió prescindir de despacho y colocarse en el centro de una amplia sala diáfana para trabajar mejor con el resto
de sus principales colaboradores
y sobre todo controlar cualquier intento conspirativo, una enfermedad muy extendida entre los seres inteligentes terrestres, pero que suele abundar más
en los países de clima benigno.
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