Las intrigas familiares rondan el Festival de Bayreuth
El nieto de Wagner, de 88 años, se niega a dimitir como director
El Consejo de la Fundación Wagner de Bayreuth no consiguió ayer solucionar la crisis de la sucesión de Wolfgang Wagner, de 88 años, al frente del festival. El nieto del compositor no asistió a la reunión en el Ayuntamiento de Bayreuth y se hizo representar por su abogado.
A pesar de su avanzada edad y su quebrantada salud, Wagner, que tiene un contrato de por vida como director artístico y gerente del festival, se niega a dimitir de sus cargos si no se asegura que le sucederá su hija Katharina, de 29 años. En un comunicado de prensa tras la reunión de ayer, el Consejo de la fundación lamenta la ausencia de Wagner e invita a los miembros de la familia que aspiren a dirigir Bayreuth a que envíen su concepto artístico sobre el futuro del festival wagneriano.
La expectación quedó frustrada. No hay sucesor para Wolfgang Wagner en la Verde Colina, el teatro donde se celebra cada año el festival wagneriano por excelencia. El anciano nieto del compositor cumplió con creces su fama de testarudo y no dio gusto a los que piden su renuncia al cargo. La fundación tampoco tuvo valor para declarar la incapacidad de Wagner, que lleva desde el año 1951 en la dirección, primero junto con su hermano Wieland y en solitario desde el fallecimiento de éste en 1966.
La disputa por la herencia al frente del festival presenta rasgos wagnerianos. Se habla con frecuencia de "crepúsculo de los dioses en Bayreuth" y se compara a Wolfgang con el dios germánico Wotan. Lo que está en juego no es un debate artístico, sino una larga historia de intrigas y luchas familiares. Casado en segundas nupcias con su antigua secretaria, Gudrun, de 63 años, Wagner quiere a toda costa dejar como sucesora a la hija de ese matrimonio, Katharina.
Wagner quiere impedir como sea que lo herede Eva Wagner-Pasquier, de 62 años, hija de su primera mujer, actual directora del Festival de Aix-en-Provence (Francia) y representante para Europa del Metropolitan de Nueva York. También se opone Wagner a su sobrina Nike, de 62 años, hija de su hermano Wieland, que dirige el Festival de Weimar.
En la Fundación Wagner están representados y se reparten 24 votos el Gobierno federal alemán, el del Estado Libre de Baviera, la familia Wagner, el Ayuntamiento de Bayreuth y diversos mecenas y asociaciones. Los críticos de Wagner argumentan que no se puede consentir que este viejo cabezón imponga su voluntad cuando el festival recibe una elevada suma de fondos públicos.
Secreto a voces
Es un secreto a voces que Wagner ya no está en condiciones de llevar las riendas de Bayreuth y es su mujer Gudrun quien mueve los hilos. En el pasado, Wolfgang quiso imponer a su mujer como sucesora, pero la fundación consideró que no reunía condiciones y propuso a Eva Wagner, la hija del primer matrimonio. Ante esta perspectiva, Wagner se agarró a su contrato vitalicio y se aferró al puesto en espera de que su otra hija, Katharina, creciera para poder optar por el cargo. Wagner desoyó las voces de los que estos días pidieron su dimisión y se mantiene en sus trece. Sólo su incapacitación podría resolver la crisis, pero nadie se atreve a someter al anciano a semejante humillación.
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