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Musharraf cede a la presión de EE UU y dice que habrá elecciones

El Gobierno paquistaní detiene a más de mil abogados en una nueva redada

La presión de EE UU -Pakistán ha recibido cerca de 8.000 millones de euros en asistencia estadounidense desde el septiembre de 2001- forzó ayer al general Pervez Musharraf a dar marcha atrás en la suspensión del proceso de democratización de Pakistán. "Habrá elecciones", dijo a los miembros del cuerpo diplomático que recibió en su casa.

El general, sin dar más detalles al grupo de embajadores que recibió, afirmó que las elecciones generales se celebrarán como estaba previsto. Horas después, el primer ministro, Shaukat Aziz, que el domingo dijo que los comicios se retrasarían un año, aseguró que "se celebrarán en la fecha prevista", es decir, a mediados de enero.

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Mientras, al menos 1.500 paquistaníes, en su mayoría abogados, fueron detenidos ayer en las manifestaciones convocadas en diferentes ciudades del país para protestar por el estado de excepción dictado el sábado por el presidente.

"Sabíamos que habría represión y detenciones, pero no podíamos dejar de manifestarnos contra la injusticia", asegura por teléfono Ahmed Nasis, secretario adjunto de la asociación de abogados de Karachi, la capital financiera del país. Tras la detención del presidente de la asociación y de otros cien colegas, ahora él representa a los letrados de esta sureña ciudad de 12 millones de habitantes. "Desmembrando el sistema judicial y acallando a los medios, Musharraf ha dejado totalmente indefensa a la sociedad", añade.

El sábado pasado el presidente descabezó el Tribunal Supremo con el pretexto de que entorpecía su lucha contra el terrorismo. Los paquistaníes, sin embargo, consideran que los magistrados iban a declarar inconstitucional la reelección de Musharraf como jefe del Estado por no haberse quitado el uniforme.

Según el relato de Nasis, a la manifestación de Karachi acudieron unas 500 personas al grito de "fuera Musharraf". La policía, que les triplicaba en número les rodeó, les persiguió hasta el interior del tribunal donde se refugiaban y les golpeó con porras. La misma escena se repitió en otras grandes ciudades como Rawalpindi, Peshawar, Queta. En Lahore, capital de la provincia de Punjab, la represión de los letrados fue especialmente violenta. Los agentes usaron gases lacrimógenos y porras para disolverles. Según Alí Dayan Hasan, investigador de la ONG Human Rights Watch, ahora es casi imposible contactar con un abogado de Lahore: o están detenidos o están escondidos.

Esta organización humanitaria cifra entre 1.500 y 2.000 las personas detenidas ayer, que se suman a otras tantas arrestadas desde el autogolpe del sábado. Además, Jamaat-e-Islami, principal partido religioso, denunció que varios cientos de sus militantes fueron puestos bajo custodia policial el domingo por la noche. El ministro de Información, Tariq Azim, que reconoció el domingo 500 "detenciones preventivas", calificó de "exageración" la cifra dada por ese partido.

La represión aumentó también contra los medios de comunicación. Por primera vez fue ocupado un periódico, El Yang, el principal rotativo en lengua urdu. Desde el sábado, la única cadena que transmite noticias es el canal oficial. Los periodistas critican la "indefensión" de la sociedad que sólo tiene acceso a la versión oficial.

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