Sin aburrimiento
Dicen que los banqueros centrales, para hacer bien su trabajo, tienen que resultar aburridos. O, al menos, ésa es la tradición en los europeos, donde construir una sólida reputación antiinflacionista requiere repetir iguales o parecidos mensajes, recordar con frecuencia los riesgos de las subidas salariales altas y poner cara de póquer a las preguntas de los periodistas. Esta estrategia tiene sus ventajas, pues es obvio que en los últimos años la baja inflación mundial y los relativamente bajos tipos de interés se deben en parte a la credibilidad de muchos bancos centrales.
En las últimas semanas, empero, se están creando las circunstancias para que los responsables de la política monetaria del BCE, que mantendrán su reunión mensual el jueves que viene, no nos aburran, o por lo menos para que dejen de aburrirse ellos. Por un lado, la crisis financiera de los dos, tres últimos meses ha creado problemas de gestión de la política monetaria, ya que los mercados monetarios no transmiten adecuadamente las señales de tipos al resto de los agentes. Además, la continuación de los problemas de liquidez genera incertidumbre sobre el impacto que pueden acabar teniendo en la actividad real, algo que el BCE tiene que ponderar en su toma de decisiones. Por otro lado, el crecimiento en la zona euro, aunque puede haberse acelerado en el tercer trimestre, no presenta perspectivas halagüeñas para el futuro inmediato, como indican los datos de confianza de empresarios y consumidores, que siguen empeorando. En tercer lugar, la inflación se ha acelerado hasta el 2,6% en octubre. Aunque era previsible un repunte a final del año, el dato ha sorprendido mucho al alza, a lo que se añade un precio del petróleo que supera los 90 dólares el barril. Por último, la continua apreciación del euro, que alcanza niveles preocupantes para el exportador europeo, aumenta las presiones a la baja sobre el crecimiento, al tiempo que frena los precios al consumo al reducir el precio de las importaciones.
Es previsible que el BCE mantenga el jueves los tipos oficiales, pero con vistas a próximas citas lo más probable es un recorte de tipos adicional
Ante toda esta conjunción de circunstancias, la decisión del BCE se complica. De momento, en su reunión de esta semana es previsible que mantenga los tipos oficiales, pero con vistas a las próximas citas lo más probable es un recorte de tipos adicional, conforme las presiones sobre el euro y los riesgos sobre el crecimiento se acentúen. Más de uno va a tener el sueño agitado estos días en Francfort.
Miguel Jiménez González-Anleo es economista del Servicio de Estudios del BBVA.
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