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Vales de comida por asistir a clase

Madres de La Chanca, compensadas por formarse y llevar a sus niños al colegio

El colegio La Chanca, en el barrio almeriense del mismo nombre, se ha convertido en una suerte de templo en pleno siglo XXI. Lugar real donde se rinde culto al saber, a la justicia, a la igualdad... en este trocito de ciudad. Allí, dentro de sus muros, todo está a salvo de las amenazas externas, que siguen siendo la droga y el paro con la desestructuración familiar y los riesgos sociales que conllevan y que, históricamente, se cebaron en este barrio de pescadores.

El vale de 50 euros permite retirar alimentos y productos sanitarios "Son ellas las que llevan la carga y las que dan la cara por sus hijos"

En su más de medio siglo de existencia, el colegio ha permanecido como un sólido aliado de los vecinos y, con ayudas o subvenciones, se ha hecho imprescindible en la vida de los 250 niños escolarizados. "Aquí sólo se cierran las puertas 15 días de agosto. El resto del año está abierto hasta las 22.00 y con actividades a todas horas", apunta el director, Pedro García.

Programas de prevención, aulas matinales, comedor escolar gratuito para "todos" los alumnos, actividades extraescolares, deportes, mediación educativo-sanitaria o apoyo lingüístico a inmigrantes son ejemplos del esfuerzo continuo de la Administración por ayudar en la tarea educadora del centro. Desde ayer, a esa larga lista se añade otro más: el taller de formación de madres. En él participan Carmen (30 años) y Pilar (40 años), cada una con un hijo en el centro. Ellas, y el resto de sus 13 compañeras, tienen que asistir hasta el mes de febrero dos veces por semana al centro escolar para coser, cocinar y recibir charlas de diferentes profesionales (especialmente educación sanitaria) a través del centro de salud de la zona. Si su asistencia es regular, al final de cada mes reciben un vale para retirar alimentos y productos higiénico-sanitarios de un supermercado cercano. "Yo, sobre todo, compro leche, danones, carne y galletas para los niños. Los vales vienen muy bien para tirar del mes", comenta Carmen mientras hilvana un trozo de tela en su primer día de clase.

Ella y Pilar repiten la experiencia del taller tras asistir el año pasado. "Hay días que nos dan clases de cocina, pero me gusta más coser. Además, veo muy bien que nos den charlas y todo eso", apostilla Pilar. Estos vales, de unos 50 euros, en ningún caso pueden canjearse por alcohol. A cambio de ellos, también se les pide a las madres la asistencia regular de sus hijos al colegio y el cumplimiento de las pautas de vacunación de los pequeños. Cuando las madres faltan a clase, se les reduce la cantidad de entrega. "Ellas firman un compromiso y cuando tienen que ir al médico, por ejemplo, tienen que traer un justificante", explica el director.

Este programa, auspiciado por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social, cuenta con una subvención de 6.000 euros. "La falta de trabajo quita perspectivas de futuro en este barrio. Y, sobre todo, quienes no tienen perspectivas son las mujeres. Para ellas este espacio es algo importante. Son ellas las que llevan la carga y las que dan la cara por sus hijos: van a tutorías y son ellas las que vienen cuando hay algún problema", explica Enriqueta Albacete, miembro de la asociación cultural El Ancla que auspicia la mayoría de los programas sociales en el centro.

La asociación El Ancla ha hecho honor a su nombre en su afán por implicar y propiciar un anclaje de las familias del barrio con el colegio de sus hijos. Sus miembros -antiguos alumnos, maestros, madres y vecinos-, están inmersos en todos los programas que precisan de contratación o gratificación de personal, gestionado siempre a través de la asociación. "En la actualidad la asociación proporciona trabajo a unas 21 personas del barrio y su entorno", apunta Albacete. Entre ese número se encuentra Carmen, la monitora del taller de costura iniciado ayer con las madres, o las cinco cocineras (también madres de alumnos) que elaboran diariamente el menú del comedor.

El próximo mes de febrero, otro grupo de 15 madres de alumnos relevarán al actual para el taller hasta final de curso. De este modo, el colegio "es algo más que un lugar transmisor de conocimiento. Hay un compromiso social", remacha Albacete.

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