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Reportaje:

Che Guevara. 'Marketing' revolucionario

Una foto recorre el mundo... Éste es el título de un documental de Pedro Chaskel sobre la famosa foto del Che Guevara tomada por Alberto Korda el 5 de marzo de 1960 en La Habana. "Un fantasma recorre el mundo...". Y éste es el comienzo del libro que ha producido el mayor quebradero de cabeza en la historia moderna: Manifiesto comunista. El documental narra la historia de aquella foto e intenta restituir al fotógrafo cubano su copyright definitivo, después de ver usurpada y expandida su imagen por el mundo gracias al póster que el editor y militante de la izquierda radical Giangiacomo Feltrinelli publicó para acompañar el Diario en Bolivia. La foto de Korda se llamó Guerrillero heroico. El póster de Feltrinelli tuvo un título algo más psicodélico: Che in the sky with jacket. Korda siempre mantuvo la idea de que esa foto debía representar la figura de un revolucionario y, aún más, de la revolución misma, pero terminó siendo la imagen del marketing. No nos invita al socialismo, sino al consumo. No es el Che, sino su fantasma. O, dicho con más exactitud por Rodrigo Fresán, "no es un fantasma, sino la foto de un fantasma la que recorre el mundo".

Ese retrato espectral ha adquirido vida propia hasta convertirse en la imagen más reproducida de la historia de la fotografía. En ceniceros y camisetas, tatuajes y graffitis, marcas de cerveza y pins, la imagen del Che está repartida por cualquier rincón del planeta.

Comenzó a aparecer, como tiene que ser en cualquier fantasma que se precie, después de muerto el personaje y en el mejor escenario posible: las convulsiones de 1968. En cualquier lugar del plantea, el Che nos mira siempre. Desde las subastas de eBay en Internet. Interpretado por Omar Shariff, Antonio Banderas, Gael García o Benicio del Toro en Hollywood. En las obras de artistas como Annie Leibovitz, Vik Muniz o Marcos López. Desde los billetes de tres pesos que hoy emite el Banco Nacional de Cuba. En altares populares donde aparece como "Chesucristo", según lo ha visto David Kunzle. En un tierno modelo de Gaultier o bien puesto de marihuana en un coffee-shop de Amsterdam. En el tórax de Myke Tyson y en el brazo de Maradona. En el tanga de Giselle Bunchen (que he rebautizado como Bund-Che-n) y en la solapa del cómico Randy Credico, para quien el guerrillero prendido a su americana no es obstáculo para zamparse una monumental langosta en el restaurante Docs de Nueva York.

Debo confesar que programar esta muestra en el Palau de la Virreina también me ha deparado algún que otro disgusto. Antes de inaugurarla, ya habían lanzado críticas a la exposición -"más propia de países como Cuba y Venezuela"-, pues no veían en ella la narrativa de una imagen, sino al Che en persona, levantando a las masas Rambla abajo y clamando por la revolución. Nada me gustaría más que los críticos llevaran razón y que el arte tuviera, tan sólo, unas mínimas propiedades subversivas. Y nada me gustaría más que los cubanos pudieran ver, tal cual, la exposición completa. Desde luego, éste es el tipo de proyecto con el que uno no hace muchos amigos. No está pensado para quedar bien con todos, sino exactamente para lo contrario. A los guevaristas ortodoxos seguramente no les gustará un Che Charles Manson, o gay, o fumado, o Homer Simpson. A los antiguevaristas les dará urticaria la parte dedicada al cartel revolucionario de los sesenta. Es lo que tiene acoger al icono, pero también a los iconoclastas.

'CHE! Revolución y mercado' se expone en el Palau de la Virreina de Barcelona, que dirige el autor de estas líneas, desde el 25 de octubre hasta el 20 de enero.

El catálogo está publicado por Turner, y cuenta con textos de Trisha Ziff, Wally Ollins, David Kunzle, Rodrigo Fresán e Iván de la Nuez.

Patrick Thomas llenó al Che de logotipos de marcas en su obra 'Inversión americana en Cuba'
Patrick Thomas llenó al Che de logotipos de marcas en su obra 'Inversión americana en Cuba'

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