Un gen del color defiende también de las infecciones a los perros
Un par de genes controla, en la mayoría de los mamíferos, el color de la piel. Los dos genes se conocen y tienen nombre: Agouti y Mc1R, y los mecanismos moleculares de ambos determinan que un animal sea claro (de amarillo a rojizo) u oscuro (de marrón a negro).
Pero en los perros resulta que está implicado un tercer gen que descubrieron hace poco unos científicos estudiando el ADN de cientos de estos animales (sobre todo el bóxer y el gran danés). Al tercer gen lo han llamado K -o locus K- y ha sorprendido ahora a los investigadores porque es un gen pluriempleado: además de controlar el color de la piel, actúa también en el sistema inmune natural, en su defensa contra los microbios. Ya se sabía que este gen (CDB103) tiene las instrucciones para producir una proteína del grupo denominado de las beta-defensinas, pero no se esperaba su papel en la pigmentación de los perros.
El funcionamiento de los genes Agouti y Mc1R en la mayor parte de los mamíferos se puede resumir así: la activación del Mc1R produce eumelanina, un pigmento negro o marrón, mientras que su inhibición produce feomelanina (pigmento amarillo o rojizo). El Agouti actúa precisamente frustrando la actuación de Mc1R. Así, cuando domina éste último el animal es de color oscuro y cuando domina el primero, es claro. Y esto depende de factores como la fase del ciclo de crecimiento del pelo o la posición de las células en la piel del animal y el genotipo (el genoma específico del individuo).
El tercer gen, el K, descubierto y estudiado por Sophie I.Candille, Gregory S. Barsh (ambos de la Universidad de Stanford, EE UU) y sus colegas, tiene tres alelos o variaciones -negro, color café y amarillo- y actúa de modo similar al Agouti respecto al Mc1R, el gen del color oscuro, pero con más eficacia. En sus experimentos, además de analizar perros, han recurrido a ratones transgénicos usados como modelo biológico, en los que han podido verificar las predominancias de color y los patrones de coloración del pelo en el cuerpo.
Candille y sus colegas explican que se han centrado en esos mecanismos de interrupción de los genes de los pigmentos porque se sabe desde hace tiempo que "gran parte de la maquinaria molecular utilizada por el sistema pigmentario es compartida u homóloga a los genes usados para otros procesos fisiológicos", escriben en la revista Science. Por eso destacan la inesperada doble función del gen K, implicado en el sistema inmune.
"En lugar de encontrar solamente el gen que estábamos buscando, hemos descubierto algo más importante", afirma Barsh en un comunicado de Stanford. "Hemos visto que una familia de proteínas no tiene una sola función, como creíamos, y futuros estudios nos pueden indicar qué otras defensinas están implicadas en la defensa del organismo frente a las enfermedades además de colorear la piel del perro".
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