Frágil como una roca
En el décimo aniversario de la muerte de Pilar Miró
Hace 10 años murió de un fulminante ataque al corazón la directora de cine Pilar Miró. Había dirigido nueve largometrajes, más de 200 programas dramáticos para televisión, algunas óperas, varias obras de teatro y hasta las retransmisiones de las bodas de las dos hijas del Rey. Sin embargo, el interés por su persona no sólo residía en esos trabajos, excelentes algunos de ellos. Pilar Miró protagonizó una actividad pública que en cierto modo marcó los tiempos de la transición. Los titulares de los periódicos que recogieron en portada la noticia de su muerte así lo señalaban: Desaparece un emblema de la España actual. Una de las personas más libres y brillantes de nuestro tiempo. Una mujer de película...
Cinco años atrás había llenado portadas la imagen de la Miró tachada de corrupta: la compra de vestuario personal a cargo del Ente RTVE, del que era directora general, fue manipulada por compañeros suyos del PSOE que no la admitían como gestora de la televisión pública. Todo ello desembocó en un juicio del que la Miró salió absuelta tres años más tarde..., absuelta y herida. Había sufrido un linchamiento público alimentado por partidos políticos y ciertos medios de comunicación. Sólo su coraje le permitió superar tan perversa experiencia, que afrontó con estoico ceño. La Miró combatió con tirios y troyanos en defensa personal de sus derechos de mujer, que no compartió con otras mujeres, y en contra de la mediocridad que amenazaba con impregnar el país.
No era ése su primer encontronazo con los poderes fácticos o con la opinión pública. En su segundo largometraje, El crimen de Cuenca (1979), relataba hechos ocurridos 70 años atrás: dos campesinos acusados de matar a un colega se declararon culpables bajo tortura. Años después apareció con vida el supuesto asesinado, y se reconoció el error. La película exhibía con detalle las torturas atroces, lo que sulfuró a la Guardia Civil, dando pie a que la jurisdicción militar dictara auto de procesamiento contra la directora. Dos años más tarde, tras el famoso 23-F, se sobreseyó el proceso y El crimen de Cuenca salió del secuestro que había padecido. Fueron duros tiempos para una Miró convaleciente de la primera de dos operaciones de corazón a las que se vería sometida.
Nacida en plena posguerra en el seno de una familia de militares, Pilar contaba que su infancia no había sido feliz. El cine, donde encontró un mundo mejor que el suyo real, la subyugó y se dedicó a él con energía, no sólo como realizadora. Fue nombrada directora general de cinematografía, tras la victoria electoral de Felipe González dejando, tanto ahí como más adelante al frente de RTVE, huella aún hoy día reconocible. Su regulación de las ayudas al cine español -decreto conocido como ley Miró- y las novedades introducidas en la programación televisiva son ya leyenda.
Era una mujer de carácter fuerte y de salud débil, terca y agria, osada y tímida; dejó memoria de sí misma en las películas que dirigió, especialmente Gary Cooper que estás en los cielos (1980) y El pájaro de la felicidad (1993), de claros tintes autobiográficos. Su adaptación de Beltenebros (1991) le valió un Oso de Plata en el festival de Berlín. Sin embargo, su película de mayor éxito fue El perro del hortelano (1996), de Lope de Vega, en verso, que realizó contra viento y marea y por la que obtuvo muchos premios, entre ellos el Goya a la mejor dirección, que dedicó a su hijo Gonzalo. Él iba a estar a su lado cuando poco tiempo después, a los 57 años, la sorprendiera la muerte en pleno trabajo coronado por fin con el triunfo.
Babelia
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