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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Permiso para atacar

La autorización por un año dada por abrumadora mayoría del Parlamento turco al Gobierno de Erdogan para llevar a cabo incursiones militares en el Kurdistán iraquí, de aplicarse, puede añadir un grave factor de desestabilización de Irak. No es la primera vez, pero a diferencia de otras anteriores ocasiones, ahora Irak está en guerra y corre el riesgo de romperse. Oficialmente, para los turcos se trata de perseguir y erradicar al Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) al que se responsabiliza de actos terroristas, entre ellos la reciente matanza de 13 soldados turcos. Pero nada garantiza, sino más bien lo contrario, que Turquía se limite a este objetivo y no intente evitar el surgimiento de un Estado kurdo independiente o casi y con petróleo en su vecindad. En cualquiera de los casos, Turquía se situaría en una flagrante violación del derecho internacional.

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La decisión parlamentaria refleja que tanto Estados Unidos -especialmente después de la votación en la Comisión de Exteriores de la Cámara de Representantes calificando de genocidio la matanza de cientos de miles de armenios a manos turcas entre 1915 y 1923- como la UE -que está dando largas al eventual ingreso en su seno de Turquía- se están mostrando impotentes en sus intentos de frenar a Ankara. Los vínculos estratégicos entre EE UU y Turquía se han roto, y está por ver si no inciden en el uso crucial para las guerras de Irak y Afganistán de la base de Incirlik. Bush intervino públicamente ayer para frenar a Turquía, pero sus palabras caen en oídos sordos.

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Turquía ha sucumbido a un ataque de nacionalismo. La autorización parlamentaria es apoyada por una gran parte de la población, de todos los sectores, izquierda y derecha y laicos e islamistas, salvo algunos sectores prokurdos. La decisión de Erdogan de solicitarla responde también a sus intentos de desactivar las críticas del Ejército a un Gobierno formado por un partido de origen islamista, uno de cuyos representantes por vez primera ocupa la presidencia de la República. Erdogan ha tenido que demostrar que es tan nacionalista como el que más. Debería ahora saber contenerse y comprender que el conflicto con los kurdos no tendrá una solución militar, sino política.

Si su ejército cruza la frontera, además de complicarse la situación en Irak, donde los kurdos gozaban de una relativa paz y autonomía y cuyo Gobierno asegura que no apoya al PKK, se agravará aún más la tensión con la UE. El propio Gobierno regional en el norte de Irak se manifestó ayer contrario a cualquier ataque desde Turquía contra los separatistas kurdos, argumentando que no será efectivo y sólo conseguirá desestabilizar profundamenta la zona. Pero los turcos parecen dar mayor importancia a su política hacia Irak y el Kurdistán que hacia Europa, lo cual representa un error estratégico de profundo calado histórico.

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