El debate sobre la legalización de las drogas irrumpe en el Reino Unido
Un informe policial constata el fracaso de la represión de las sustancias prohibidas
El Gobierno británico ha abierto un debate público sobre cómo abordar el problema de la droga. Y sobre la mesa se puso ayer un informe rotundo en sus conclusiones: la política de represión policial contra las drogas ilegales ha sido un fracaso, así que más valdría dedicar esos recursos a prevención y educación.
El Gobierno de Brown quiere acabar con la permisividad sobre el 'cannabis'
El autor es el jefe de la policía de la región de Gales Norte, Richard Brunstrom, quien se pronunció a favor de la legalización de todas las drogas porque su prohibición es "inmoral y dogmática". Brunstrom ya se pronunció en diciembre de 2001 a favor de la legalización generalizada, y en 2004 por la libre venta de heroína. El documento remitido al Ministerio de Interior, que cuenta con datos recabados en el comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes y la participación de ex altos cargos, argumenta que el número de muertos por alcohol y tabaco (15.000 personas en Escocia en 2004) es muy superior al de víctimas de las drogas ilegales (unas 356). Sin embargo, la posesión de estas últimas se castiga hasta con 14 años de prisión y el tráfico con cadena perpetua. Se han llenado las cárceles pero la oferta sigue siendo abundante.
Desde principios de verano, organizaciones y particulares han tenido ocasión de presentar sus propuestas y responder a un cuestionario de una cuarentena de preguntas. El plazo para responder al cuestionario acaba el próximo viernes y se espera que dentro de unos tres meses se publique una síntesis de las opiniones recogidas. El objetivo es perfilar la política gubernamental en la materia, tanto en lo relativo a la persecución del consumo como a la rehabilitación de los consumidores, cómo conseguir que los niños no caigan en las drogas, cómo ayudar a los padres en esa tarea, etcétera.
El informe se trasladará también al Parlamento británico, pero lo más probable es que el futuro vaya en sentido contrario: el primer ministro ya ha aireado su voluntad de endurecer el trato legal del cannabis.
La policía fue el principal motor para impulsar la política de permisividad hacia el cannabis aprobada en 2002, al pedir al Ministerio del Interior que reclasificara esa droga desde la clase B a la clase C, lo que despenalizó su consumo en privado. El objetivo de la policía era dejar de tener que intervenir cada vez que sorprendía a alguien fumando un canuto. Pero el primer ministro, Gordon Brown, parece decidido a volver a la clase B.
El modelo holandés
La experiencia de tolerancia referente en Europa es la de Holanda, donde se permite la venta y consumo de cannabis en cafés especiales. La forma en que Holanda combate las drogas duras por un lado, mientras permite la venta y consumo de las blandas por otro, suele provocar equívocos a escala internacional. Por eso, el Gobierno y la policía no cesan de repetir que se trata de sustancias distintas que requieren enfoques diversos. Fumar hachís y marihuana está permitido en el interior -y sólo allí- de los cafés con licencia para venderlo. Pero estos lugares, unos 700 en todo el país, pueden perder la licencia si almacenan más de 500 gramos, venden más de 5 por persona, permiten la entrada de clientes menores de edad o sirven alcohol.
Con la cocaína y el éxtasis las cosas son distintas. Prohibido el uso y tráfico en ambos casos, atrás queda el ensayo de deportar, sin condena, a los traficantes que llevaran hasta tres kilos de cocaína encima. Dicho plan se remonta al año 2004. De los 30 a 50 traficantes por avión de entonces, se ha pasado a uno por cada dos vuelos. Holanda sigue siendo uno de los mayores fabricantes de drogas de diseño y el problema es la percepción del usuario, que la toma como una droga blanda.
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