Doris Salcedo, la voz de los excluidos
Louise Bourgeois inauguró en el año 2000 la popular serie de intervenciones artísticas en la Sala de Turbinas de la Tate Modern, el inmenso hall de entrada al museo, que fue una antigua central eléctrica a orillas del Támesis. Después hicieron suyo el espacio Juan Muñoz, Anish Kapoor, Olafur Eliasson, Bruce Nauman, Rachel Whiteread y Carsten Höller. Y ayer, un día antes de que el museo abriera al público la gran retrospectiva de Bourgeois, otra mujer tomó el relevo en esta sala: Doris Salcedo (Bogotá, 1958). Su propuesta, que recibirá a los visitantes de la Tate hasta el 6 de abril, se llama Shibboleth.
Shibboleth, término de origen hebreo, se refiere a las palabras utilizadas para detectar, por su pronunciación, a las personas de otra procedencia geográfica. Se utiliza en una de las mayores matanzas descritas en el Antiguo Testamento. Los galaaditas habían derrotado a los efrateos y tomaron los vados del Jordán. Y cuando alguno de los efrateos supervivientes quería pasar, fingiendo ser galaadita, éstos les hacían pronunciar shibboleth. Al no poder emitir el sonido sh, se delataban y eran degollados. Así murieron 42.000 efrateos.
El concepto parece un punto de partida idóneo para una artista que trabaja sobre la exclusión, el drama colectivo, el dolor de las víctimas. "La historia es el sufrimiento pasado", explicaba el lunes. "Si las experiencias de sufrimiento pasado no estuvieran presentes, no se podría hacer arte".
Artista meticulosa, la propuesta de Salcedo se plasma en una larguísima y profunda grieta que surca a lo largo de 165 metros, de oeste a este, el suelo de hormigón. En las paredes de la grieta, cuya anchura máxima no llega a los dos palmos, se distingue entre el hormigón una red metálica como las que se utilizan para delimitar fronteras.
"Cuando empiezo una obra, siempre me sitúo en el lugar de la víctima de una tragedia", explica. La grieta y la valla adherida a ella representan la división entre el mundo blanco y el resto. "El arte representa sólo a una pequeña parte del mundo", explica, "y he querido traer a toda esa otra parte del mundo al museo. Yo misma vengo del Tercer Mundo, y para salir tengo que cruzar fronteras por las que no soy bienvenida".
Babelia
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