Muchos novios para La Serrana
Tras rechazar a Leche Río, la cooperativa busca acuerdos con otros grupos para crecer
La Serrana Campoleite es prácticamente la única empresa láctea que se ha creado durante los últimos años -con la excepción de Llet Nostra, en Cataluña-, promovida en la sierra madrileña por ganaderos de la zona centro. Tras dos años de actividad y algunas dificultades para seguir adelante, al operar sólo con leche líquida, la sociedad cooperativa ha encarado su actividad con resultados positivos y ahora busca un compañero de viaje para presentar una apuesta de futuro. Y los novios aparecen debajo de las piedras.
Una de las opciones que hay sobre la mesa es la entrada de la Nueva Rumasa de Ruiz Mateos, interesada en contar con un centro en la Comunidad de Madrid
La cooperativa madrileña cuenta con una capacidad industrial de 10 millones de litros mensuales, aunque sus ventas se limitan a 50 millones de litros anuales
"La realidad es que somos una empresa nueva en el sector que hemos funcionado sólo con leche líquida, lo que nos ha supuesto una dificultad añadida a la necesidad de abrirnos un hueco en la distribución", señala Manuel Carlón, administrador de La Serrana Campoleite. "Sin embargo, creo que hemos superado las dificultades iniciales y ahora podemos mirar con seguridad hacia el futuro. Tenemos y hemos tenido varios novios dispuestos a quedarse con la empresa, pero no queremos que nos compren. Nosotros sólo necesitamos un compañero de viaje en una empresa donde los ganaderos mantengan su protagoismo".
La Serrana se comenzó a fraguar allá por el año 2002 cuando un grupo de ganaderos pertenecientes en su mayor parte a las provincias de Madrid, Ávila, Segovia y Toledo se plantearon la necesidad de disponer de su propia fábrica para defender los precios en el mercado frente a los grandes grupos. Con el apoyo de una docena de ganaderos, tomando como base la cooperativa madrileña La Serrana, invirtieron un total de 28 millones de euros -con la ayuda reglamentaria de la Comunidad de Madrid, así como de Caja Madrid- para iniciar la actividad productiva en 2005.
En la actualidad, la empresa cuenta con 91 socios ganaderos, entre los que se encuentran varias cooperativas como Vega del Esla, con una producción de unos 600.000 litros diarios. La capacidad industrial de la única empresa madrileña láctea es de 10 millones de litros mensuales, aunque en la actualidad las ventas anuales sólo se sitúan en unos 50 millones de litros bajo la marca de la distribución y, sobre todo con su marca propia, Los Escoriales.
A favor y en contra
A favor de La Serrana juega su ubicación cerca de un gran centro de consumo, lo que supone una fuerte rebaja en los gastos de distribución. Ésa es una de las razones por las que son muchos los novios que quieren disponer de una empresa cerca de Madrid, donde Clesa era la única superviviente hasta su venta a Nueva Rumasa. En contra de la empresa han jugado en los últimos años varios factores. En primer lugar, ser una firma nueva en un sector que vive una dura competencia, con precios a la baja, y la necesidad de abrirse un hueco en la distribución. También ha sido un factor negativo comercializar solamente leche líquida y no tener una oferta de otros productos lácteos derivados, como el yogur, con un mayor valor añadido. Esta situación llevó a La Serrana a atravesar dificultades económicas, actualmente superadas. Sin embargo, eso no ha modificado la vieja pretensión de sus responsables ganaderos de intentar acuerdos con otros grupos para crecer y mejorar su posición en el mercado.
La Serrana mantuvo negociaciones hace años con Covap, la cooperativa cordobesa del Valle de los Pedroches. Las negociaciones fueron largas y, cuando la cooperativa andaluza pretendió que se sumara la cooperativa vasca Iparlat, acabaron sin acuerdo.
En el periodo de dificultades apareció como socio el grupo gallego Leche Río, que en 2006 suscribió una ampliación de capital de tres millones de euros para hacerse con el 30% de la sociedad. Sobre el papel, Jesús Lence, propietario del Grupo Río, iba a ser la salida para el grupo y fue nombrado consejero delegado. Sin embargo, la operación se torció. Lence, implicado en una serie de sanciones por contaminación ambiental en Galicia, así como por comprar leche sin cuota, intentó a escondidas hacerse con el control de la cooperativa. La reacción de los socios ganaderos fue fulminante. Se destituyó a Jesús Lence como consejero delegado y los accionistas pusieron en marcha una operación para recomprar sus acciones y buscar un novio formal con un 45% de las acciones.
En la actualidad parece que Covap intenta realizar un nuevo acercamiento, que es rechazado por los ganaderos tras el fracaso de las negociaciones anteriores. También el grupo asturiano Clas parece interesado en contar con un socio en la zona centro. Finalmente, otra de las opciones que hay sobre la mesa es la entrada de la Nueva Rumasa de Ruiz-Mateos ante su necesidad de contar con un centro en Madrid tras la compra de Clesa, cuyas instalaciones serán derruidas a corto plazo.
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