'Mea culpa' juguetero
Errar es humano y rectificar, de sabios. Sin embargo, el mal está hecho y la desconfianza del consumidor no será tan fácil que desaparezca de un plumazo. La compañía juguetera americana Mattel ha tardado más de un mes en asumir la responsabilidad en la producción defectuosa de algunos de sus artículos después de que en agosto culpara a China del caso. Mattel se vio obligada a retirar el mes pasado 21 millones de juguetes tras detectarse problemas de deficiencia de seguridad y calidad. El contratista chino había señalado que en absoluto la culpa venía de su país. Sin embargo, el escándalo derivó en el suicidio del director de la empresa asiática y en la detención de otras cuatro personas que presuntamente habían suministrado pintura de mala calidad.
El problema, según se ha sabido más tarde, no residía en la pintura, sino más bien en la ineficaz sujeción de imanes en los juguetes. Mattel se ha visto obligada a pedir disculpas públicamente y a reconocer que el error procedía de un mal diseño. Con todo, es también cierto que un 15% de los artículos retirados lo fueron porque se encontraron niveles altos de plomo en la pintura. Ese metal en proporciones elevadas puede dañar el sistema nervioso de un niño y provocar debilidad muscular en un adulto.
Por esta vez, el fenómeno Made in China se salva de una polémica sobre su credibilidad y fiabilidad. El gigante asiático, al que los expertos pronostican una posición de rivalidad con Estados Unidos en la primacía del comercio mundial a mitad del presente siglo, es ya el primer fabricante mundial no sólo de juguetes, sino también de una amplia gama de productos electrónicos en buena parte debido a su mano de obra barata.
Pero más allá del mea culpa de la juguetera americana y del prestigio recuperado, aunque relativamente, del fabricante chino, el problema está lejos de haberse subsanado. De entrada, porque el impacto en el consumidor es previsible que será muy grande y, además, porque han fallado todos los sistemas de alerta que Mattel pudiera tener. El escándalo llevó a que la Unión Europea se planteara el mes pasado la necesidad de reforzar en el continente los controles de seguridad no sólo sobre los juguetes de la poderosa firma de EE UU, sino también los de producción comunitaria.
Una reciente encuesta realizada por este diario sobre juguetes que se encuentran en el mercado español revelaba bastantes deficiencias. Por tanto, está bien que una empresa se disculpe por un fallo en uno de sus productos, pero eso no quita para que haya mayores controles de vigilancia por parte de las autoridades competentes. Ya vendrá luego el momento en que el comprador castigue al fabricante por su imprudencia.
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